Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

 

Película El niño con el pijama de rayas
Vi, en la televisión, hace un par de días esta escalofriante película. Mi hija me había hablado de ella hace tiempo. Creo que merece dos partes relatarla y aun así me quedo corta. No debemos olvidar lo que ocurrió en Europa en los años 40.

El argumento está centrado en el personaje de Bruno, un niño de ocho años, hijo mimado de un oficial nazi. Tras el ascenso de su padre, la familia se ve obligada a abandonar su casa de Berlín y trasladarse a una zona aislada donde el chiquillo no tiene a nadie con quien jugar. Incitado por el aburrimiento y por la curiosidad, desobedece a su madre cuando le dice que no debe salir del jardín nunca. Mas él no hace caso y se dirige hacia lo que cree ser una granja que ha visto de lejos.

Allí conoce a Shmuel, un niño de su edad que vive una rara y paralela vida al otro lado de una alambrada y viste un pijama de rayas. Este encuentro le lleva a entablar amistad con él y a adentrarse inocentemente en el mundo de adultos que les rodea, con terribles consecuencias.

Su hermana mayor, Grethel, ni se molesta en hablarle, ocupada con sus juegos de adolescente o hablando con uno de los hombres de su padre, el atractivo y vente teniente Kotler.

Los espectadores ya, a esas alturas del film, sabemos algo que Bruno ignora: que la granja es un campo de exterminio. Su madre también lo ignora pues cree que está viviendo junto a un campo de internamiento o de trabajo ya que su marido había jurado no revelar nunca su verdadero fin: una fábrica de matar diseñada para llevar a cabo el exterminio sistemático del pueblo judío.

Bruno también se hace amigo de Pavel, que trabaja en la cocina de su nueva casa. Se trata de un triste médico, destituido por ser judío, que viste un pijama de rayas debajo del delantal.

Estando su madre ausente de la casa, Bruno se cae del columpio del jardín y se hace un corte en la rodilla. Y es Pavel quien le cura la herida. Pavel confiesa a Bruno que se dedicó a la práctica de la medicina y esboza una sonrisa cuando el niño le dice que no debía ser muy bueno en su profesión si necesitaba seguir practicando.

En las semanas siguientes, Bruno empieza a inquietarse cada vez más por lo que ve y escucha en casa y por lo que descubre en su vida secreta junto a la alambrada con Shmuel.

Mientras su tutor le enseña que los judíos son la encarnación del mal, su vínculo con Shmuel se va haciendo cada vez más fuerte. También es testigo de la brutal paliza que Pavel, el cocinero, sufre a manos del cruel teniente Kotler. (Continuará)

El Nacional

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