Opinión

¿Prestigio del abogado?

¿Prestigio del abogado?

Hugo A. Ysalguez

Con motivo de la juramentación de decenas de abogados, la presidenta de la Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia, Miriam Germán Brito, afirmó que la profesión del derecho está desacreditada, pues quienes la ejercen sólo piensan en el poder económico, y no en el sentido de tener honor. El juicio de la magistrada tiene una valoración axiomática, dado que abundan los malos ejemplos.

Desde hace décadas, los abogados tienen mala fama, aunque hay muchas excepciones, pues su conducta es cuestionada constantemente por clientes, por no ejercer con lealtad y solo se interesan por la cantidad de dinero que reciben, y las presiones que hacen para exprimir el presupuesto de sus representados, sin realizar gestión alguna para ejecutar el contrato convenido entre las partes.

Y son muchas las querellas que se interponen contra los togados, por robo, estafa y abuso de confianza, en los tribunales ordinarios, y en el Colegio, cuyo organismo disciplinario, impone sanciones que van desde la suspensión del ejercicio de la profesión por un periodo determinado hasta la cancelación del exequátur. El descrédito alcanza también a los notarios, algunos de los cuales no pueden ejercer, pues son sancionados con la revocación de su nombramiento y la autorización para ejercer.

Existe un Código de Ética que regula el ejercicio del derecho, pero la regla es ignorada y muchos letrados actúan sin ningún régimen de consecuencias. Una de las malas mañas para obtener dinero rápido, consiste en prometerle al cliente que tendrá ganancia de causa, asumiendo una obligación de resultados, cuando solamente los abogados deben comprometerse a utilizar los medios que la ley pone a su alcance.

En materia penal, es donde más ocurren episodios de controversias, dado que la gleba insurrecta y desgarbada no tiene el más mínimo escrúpulo para engañar a imputados.

Conocemos abogados con un ejercicio exitoso y un comportamiento honorable, que no se prestan a triquiñuelas ni tramposería, ni se integran a una barra de defensa que haya hecho acuerdo por dinero con el juez o tribunal colegiado apoderado del caso.

Y muchas veces defienden encartados gratuitamente, sin hacer alarde de su generosidad. La profesión de abogado es una de más noble, y quienes la ejercen deben ser personas preparadas, con accesorios culturales para ser etiquetados realmente como letrados, cuya acepción no solamente es sinónimo de abogado, sino de ilustrado y buen índice cognitivo.

El Nacional

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