Página Dos

PRIMERA FILA

PRIMERA FILA

El patético drama de las parturientas en Haití que describen las fotos publicadas en El Nacional de ayer  ilustra con toda  crudeza las precariedades no sólo de un sistema de salud, sino de una nación. Si la vida es un desafío, al menos para la inmensa mayoría, un parto en un hospital haitiano representa un pulso entre la vida y la muerte. De cada 100,000 mujeres, unas 630 murieron en 2006 a causa de complicaciones relacionadas con el embarazo dicen unas estadísticas compiladas sólo en hospitales. La pesadilla sanitaria sintetiza uno de los múltiples sociales problemas sociales y económicos que agobian a la vecina República. En términos generales la realidad es más dolorosa todavía. De no ser por las facilidades que les proporcionan las autoridades dominicanas en hospitales fronterizos el riesgo fuera aún mayor y más doloroso. Pese a la asistencia y solidaridad los organismos internacionales, que no han cumplido con la cooperación prometida a Haití, suelen ser particularmente duros con República Dominicana. El impacto de las parturientas puede ser lo que faltaba para sensibilizar a esas entidades.

El Nacional

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