Opinión

Productores o políticos

Productores o políticos

¿Cómo sería este país gobernado por productores agrícolas o industriales? Los que generan riquezas, enriquecen, obviamente. Los mandatarios que más han aportado a sus naciones y a la humanidad no han vivido completamente de la política. El ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, antes que político es agricultor, dedicado al cultivo de maní en su natal Georgia. Otros notables ejemplos llenan la historia en diferentes civilizaciones y etapas.
Cómo somos y dónde estamos, en manos de políticos a tiempo completo, es una cuestión que vivimos en carne viva. Con un discurso etiquetado en la pobreza, la reparten y promueven en virtud, un voto de castidad que conduce a la gloria celestial. Pero, como el que parte y reparte toca la mayor parte, reservan para ellos, ventajosamente, la mejor tajada del pastel. Ajenos a la riesgosa tarea de producción de bienes y servicios, carecen de vocación, fe y pericia para dar valor agregado a los recursos que la naturaleza provee generosamente.
Frente a tales resultados, no nos queda más remedio que buscar, en el hombre que ha domesticado la tierra y hace uso provechoso del agua, las promesas de bienestar, estabilidad y justicia social. Al amparo de esas condiciones se nutren las esperanzas. Ahora bien, todo parte del sistema prevaleciente y el orden de cosas enraizado en la sociedad. Las soluciones tópicas se quedan en esa fase cuando no se profundizan.
De nada sirve producir riqueza sin producción
El origen del mal no está, sin embargo, en los mismos dirigentes, sino en el aparato político y social que lo propicia y reproduce. Si para el PLD la Constitución no es más que un relajo –lo fue para el PRD-, es porque están dadas las condiciones. De ahí que el cambio estructural deba empezar, no solo en quitar políticos para poner productores, sino más bien en fomentar un cultura de respeto a las instituciones. De nada vale la riqueza sin educación, sin la formación necesaria para aprovecharla y multiplicarla.
Propiciar, por tanto, un cambio de tipo de estadista pueda devenir en una lavado de cara sin que los aspectos nodales de la economía sean sometidos a las transformaciones que la sociedad demanda. En fin de cuenta lo que se impone es un nuevo orden social y político con los mejores hombres y mujeres que el sector agrícola, empresarial e industrial pueden aportar. Parece que el político de profesión no ha dado pie con bola.

El Nacional

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