El término prostituta se utiliza de forma despectiva para referirse a una mujer que por dinero tiene relación carnal con los hombres. También le llaman ramera y meretriz. Normas sociales, enseñan a rechazarlas sin cuestionamiento, sin piedad. Sin embargo, la mayoría son humildes, nobles pero con poca formación, sin oportunidad de empleo y falta de recursos económicos. Se ven precisadas a utilizar los medios a su alcance para salir adelante y resolver problemas familiares.
Cuando pienso en ellas y las veo de noche por esas calles de Dios, una profunda tristeza se apodera de mi corazón. Horrible es su oficio.
Ser meretriz es un trabajo duro, asqueante y peligroso que persona alguna puede ejercer. Pone en juego su vida y su dignidad. Tienen que aceptar clientes de todo tipo, sucios, repugnantes, pelasfutanes, y entregarse a ellos, aceptándoles sus condiciones para ganar el dinero de ese día.
De seguro que, si una mujer de ese oficio encontrara otra cosa qué hacer, no se arriesgaría a contraer enfermedades, a que un maniático la golpee, a complacer personas que le dan asco. Lo hacen porque necesitan el dinero.
En cierto sentido, son dignas de lástima, comprensión y ayuda. No se puede decir lo mismo de la mujer lasciva, que actúa por placer, a espalda de su millonario y ocupado marido.
Cabe recordar que hay otras formas de hacer de la prostitución un oficio abarcando otras áreas o mercados. Me refiero a los que desde altas posiciones gubernamentales hacen uso deshonroso del empleo, cargo o posición, aprovechándolo para fines ilícitos y mezquinos. Prostituyen inteligencias, poniéndolas a su servicio a cambio de dinero. Esas prostitutas sí son malas y peligrosas. Han penetrado en todos los niveles sociales, deformando la juventud.
Son muchos los que utilizan la posición y poder para beneficio familiar sin pudor. He visto que muchas veces hacen redadas policiales para recoger a las meretrices quienes trabajan sin robar al pueblo, sin revolcarse en las calles con sus clientes ni exhibir lo adquirido. Son respetuosas. Sus acciones sólo las perjudican a ellas.
Sin embargo, la fuerza policial, judicial, gubernamental, no sale a buscar a quienes verdaderamente corrompen, saquean la nación, exhiben mansiones construidas con dinero del pueblo y envían lluvias de mensajes negativos a la población. Esos ambiciosos y sus proxenetas, alcahuetes, fomentan rameras porque impiden la inversión en áreas productivas que generen empleo.
No sé como lo haremos, pero a estas prostitutas que despojan al pueblo de sus bienes, debemos cerrarles el paso, expulsarlos de sus cargos, en lugar de concentrarnos en indefensas meretrices.