Opinión

Puerto Rico

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Orlando Gomez

Puerto Rico, una vez considerado como la Perla del Caribe, se encuentra hoy sumido al borde de una crisis humanitaria debido al paso de los huracanes Irma y María sobre su territorio, lo que se agrega encima de una prolongada crisis económica que llevó a la vecina isla a la quiebra. Mientras los problemas de Puerto Rico se siguen apilando, el tiempo parece generar más preguntas que respuestas y los tiempos de tomar decisiones difíciles ya les están llegando a nuestros vecinos.
Se estima que más de medio millón de puertorriqueños abandonaron la isla para ir a vivir en Estados Unidos continental a raíz de la crisis económica que ha impactado al Estado Libre y Asociado. Se espera que el éxodo se acelere de manera estrepitosa como resultado del impacto de los huracanes Irma y María. Considerando que la mayoría de los que hasta ahora han salido de la isla son jóvenes buscando mejores condiciones económicas, este flujo de emigrantes seriamente agrava la situación por la que ya está pasando la isla.
Muchos de los problemas de Puerto Rico pueden ser atribuidos directa e indirectamente a su situación especial como territorio de los Estados Unidos. Desde el nefasto incentivo a endeudarse dado al tratamiento especial de su deuda conforme normas federales, a la dificultad legal de reestructurar su deuda, a su total dependencia de incentivos fiscales federales para atraer inversión que una vez eliminados iniciaron lo que puede llamarse la Gran Depresión puertorriqueña, o la coordinación de los esfuerzos con el Gobierno Federal para enfrentar el desastre provocado por fenómenos naturales, y hasta la condición de su población como ciudadanos estadounidenses que brinda combustible al éxodo hacia el resto de los Estados Unidos. El estatus de Puerto Rico creó las bases para una tormenta perfecta que hoy abate a nuestros vecinos.
Los partidos políticos en Puerto Rico jugaron a la política con el estatus de la isla por tanto tiempo que hoy su situación está amarrada a decisiones de naturaleza enteramente política, y muchas de las conclusiones a las que llevarán esas decisiones no necesariamente van a funcionar para el bienestar del común de los puertorriqueños.
Como vecinos, y por la cercanía histórica y cultural de la República Dominicana y Puerto Rico, nuestro país no solo debe estar dispuesto a salir en ayuda de la isla, sino que debe poner especial interés en el porvenir de ese territorio y su gente, ya que para bien o para mal, las secuelas de lo que ocurra allí van a tener impacto aquí.
Ahora mismo Puerto Rico enfrenta obstáculos que parecieran irremontables y les ha llegado el tiempo de tomar decisiones fundamentales para su futuro. Desde República Dominicana debemos brindar nuestro apoyo y ayuda a nuestros hermanos puertorriqueños, y poner de nuestra parte para que todo resulte para lo mejor, aunque debamos también prepararnos para lo peor.

El Nacional

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