Opinión

PUNTOS…Y PICAS

PUNTOS…Y PICAS

 Los reiterados sucesos del Partido Revolucionario (PRD) son cuento de nunca acabar,  insumos del “debate” improductivo, chismes de comadres barriales, contradicen su rol político opositor y entrañan vergüenza pública.

Los perredeístas son especialistas en ser oposición. Ahora han tomado vacaciones permanentes de ese papel de equilibrio democrático y contrapeso a una fuerza dominante, casi hegemónica, como el Partido de la Liberación (PLD).

Son supuestos discípulos más aventajados del líder histórico José Francisco Peña Gómez protagonistas de disputa intestina que fragmenta la organización con pocas posibilidades de entendimiento porque cada día “se tiran más las cajas y los cajones”.

El interés individual, particular y se sospecha también de negocio, es principal estímulo para atizar la confrontación interna que favorece al gobierno y partido en el poder que no tienen reacción ni criticas en sus políticas públicas ni decisiones de orden legislativo.

Los combatientes del cuadrilátero pugilístico perredeísta ignoran que su pugnacidad permite abonar camino hacia el dominio completo de órganos estatales por un rival que trabaja para eso, orientado a permanecer prolongadamente en el poder casi como partido único.

Esos protagonistas de la desgracia castran lo nuevo, representan lo tradicional y lo atrasado, son personajes casi jurásicos que impiden surja la generación del relevo y están anquilosados en querellas, dormitando mientras en la acera de enfrente hay procesos de renovación y actualización.

Así andan los perredeístas que olvidan la historia y su carácter cíclico. Ayudan a precipitar el mayor descrédito en partidos, que en otros países latinoamericanos deviene en surgimiento de terceras vías al margen de fuerzas tradicionales, con ejemplos como Venezuela, Perú, Ecuador y más.

El país está harto de pleitos de PRD. Ese no es su papel. Si no pueden resolver conflictos, sigan descuartizando al buey otrora poderoso y dejen que cuatreros políticos se encarguen del resto. ¡Qué vergüenza nacional!

El Nacional

La Voz de Todos