Opinión

PUNTOS… Y PICAS

PUNTOS… Y PICAS

El comportamiento de las organizaciones políticas mayoritarias, que tradicionalmente se enfrentaban en urnas con relativo equilibrio de fuerzas y rol estratégico del tercero clave para definir mayoría, parece encaminarse hacia el modelo de partido único en sistema casi totalitario.

La historia del “juego democrático” post Trujillo ubica en primera etapa a dos fuerzas políticas hegemónicas, conservadores y liberales, que respondían al designio caudillista de líderes indiscutibles y que posteriormente evolucionaron con una tercera que buscaría la “liberación”.

En los doce años de Joaquín Balaguer, el Partido Reformista, antes de apellidarse Social Cristiano (PRSC) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) representaron antagonismos de conservadores dominantes y liberales en procura de cambios hacia verdadera democracia.

El PRD logró desalojar a Balaguer del poder en 1978 pero luego de dos períodos, en 1986 resurgió el anciano caudillo para diez años consecutivos de mandato en cuatrienio recortado por arreglo político que posibilitó la reforma constitucional de 1994.

En el ínterin, una organización de cuadros nacida en 1973 para romper el bipartidismo, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), veinte años después ganaba simpatías, aprovechaba coyunturas y pugnas perredeístas de siempre, para abrirse paso al poder con apoyo de Balaguer.

A partir de entonces, el PRSC aguijoneado por la muerte del caudillo encontró en el nuevo PLD, también sin su fundador Juan Bosch, el pie de amigo para disfrutar del pastel gubernamental, disminuir como partido y prácticamente ser asimilado por el corporativismo peledeísta.

Los perredeístas, siempre brutos, viven eterna pugnacidad que los desangra y anula como oposición, con presidente negociante que parece aliado al PLD para que también los blancos se esfumen como los rojos, y en escena práctica quede un partido único, como antaño.

El país trilla ese camino que advierte la realidad de la “Era del PLD”. Y habrá gobierno morado… ¡para rato!

 

El Nacional

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