Página Dos

PUNTOS… Y PICAS

PUNTOS… Y PICAS

Transcurrieron 17 años del robo al erario de una bahía para que la justicia diera respuesta condigna al latrocinio con sentencia de tribunal competente que anula certificados de “propiedad” de terrenos estatales en manos particulares. El caso Bahía de las Águilas es digno de novela macondiana, porque solo en sociedades corroídas por falta de institucionalidad, personalización de la función pública, asalto a bienes estatales y aprovechamiento de cargos para negocios particulares, puede ocurrir semejante hurto de tal magnitud con barniz “legal”.

Terrenos de vocación turística, millones de metros cuadrados en costa, dentro de parque nacional en la provincia Pedernales, fueron asignados a presuntos parceleros para asentamientos de la Reforma Agraria nunca hechos, y luego traspasados a terceros adquirientes “de buena fe”.

Hubo concierto de voluntades delictivas en perjuicio del Estado, acciones fraudulentas en cadena con complicidad de funcionarios innombrados ahora y que, por desgracia de la práctica sistémica en casos similares, no son alcanzados por la persecución judicial para su escarmiento.

El propósito de este fraude, como anota el tribunal en su sentencia, fue “extraer del patrimonio nacional, una superficie de millones de metros cuadrados con acceso a las costas del mar para posteriormente introducirlos al mercado y con ello obtener ventajas económicas”. El tribunal comprobó procedimientos de compra-venta que se agotaron en 24 horas, mientras supuestos agricultores originalmente beneficiados con asentamientos ficticios expresaron desconocer presuntos derechos que les atribuyeron como parceleros de Reforma Agraria.

Este caso es sintomático de otros que subyacen en olvido, beneficiados por complicidades que garantizan inmunidades en robos al erario y favorecidos por un sistema de no consecuencias ni castigo para inconductas, indelicadezas y otras formas de pillaje de bienes públicos. La decisión judicial del caso Bahía de las Águilas es esperanzadora y con ella se evitó que lo ya consumado como robo fuese consumido impunemente.

 

 

El Nacional

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