Corrupción e impunidad
La corrupción es mal ancestral presente en administración pública desde pequeñas y cotidianas manifestaciones toleradas por ciudadanos como clientes o usuarios hasta grandes expresiones de cárteles que devoran el erario enquistados y vinculados al poder político.
Los últimos años de esfuerzos gubernamentales por combatir este cáncer se han quedado en planteamientos teóricos, ideales estructuras para enfrentarlo y disminuirlo que se resumen en la expresión popular “mucha espuma y poco chocolate”, sin resultados tangibles ni el primer condenado.
Los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana de 1996 a la fecha totalizan 14 de los últimos 18 años y pese a que su primer decreto encargaba al Procurador General de la República la misión de encabezar la lucha anti corrupción, el salto de estatus económico-político la desvaneció.
El Ministerio Público se ha quedado corto en investigaciones y sometimientos, ha cambiado de Departamento de Prevención de la Corrupción Administrativa (DPCA) a Procuraduría Especializada para la Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA), pero la “P” se trastoca en protección.
Los informes de manejo de recursos públicos realizados por la Cámara de Cuentas a múltiples instituciones estatales, con característica común de retraso temporal, se divulgan “denunciando” irregularidades, falta de soportes contables y otras travesuras corruptivas, sin sistema de consecuencias.
Nada pasa, no hay proceso ni sanción judicial para responsables de mal manejo de dinero del contribuyente y se llega a la conclusión que las auditorías son entretenimiento mediático coyuntural como producción de otro cambio práctico, en vez de Cámara de Cuentas, mejor Cámara de “Cuentos”.
La ciudadanía se involucra más en exigir sanción ante la gravedad de tantos casos de enriquecimiento ilícito no solo distracción de fondos públicos, sino de impunidad que estimula siga el ordeñe y por eso el pueblo se expresó el día internacional de lucha contra la corrupción.
¡No más impunidad!
