Opinión

PUNTOS… Y PICAS

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El pecado del raso

 

La nueva estrella mediática del país es el raso de la Policía Nacional Daurin Muñoz Martínez quien cometió la “osadía” de decir en voz alta por medio digital lo que todo el mundo conoce sobre precariedades de la gran masa de clases y alistados de esa institución con ingresos de miseria.

Con carácter viral por el número de reproducciones logradas en pocas horas, las dramáticas revelaciones del policía, graduado en Comunicación Social, en un vídeo por redes sociales se constituyeron en tópico dominante y referencia obligada de la opinión pública y publicada.

Este agente se ha convertido en héroe popular por su hazaña, que se contrae a decir la verdad sobre penurias de él y compañeros de la cuestionada institución, que paga a sus miembros “salarios de cebolla”, llamados así porque dan ganas de llorar.

Sencillamente el joven de 28 años lo que hizo fue amplificar al alcance infinito del mundo digital, una verdad conocida por todos y que se quiere maquillar desde el poder con supuestos beneficios colaterales que pueden ser hasta vergonzosos, porque en ocasiones inducen a corrupción.

La reacción oficial fue el arresto de Muñoz Martínez por violar la disciplina policial aunque logró su excarcelación mediante recurso de amparo por haber ejercido un derecho fundamental como la libertad de expresión y difusión del pensamiento, superior a cualquier disposición adjetiva.

Este agente de 28 años lo que hizo fue, a propósito de la deseada reforma policial, poner el dedo en la llaga y llamar la atención sobre las condiciones infrahumanas en que viven y desprecio a valores personales y capacitación como medio para ascender y mejorar.

La denuncia de Muñoz Martínez materializa la expresión bíblica esperanzadora “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Decir la verdad no es delito, mucho menos pecado, es obligación del periodismo.

El Nacional

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