Opinión

PUNTOS… Y PICAS

PUNTOS… Y PICAS

Árbitros democráticos

 

La política dominicana luce enfrascada en lucha desigual entre quienes detentan el poder y quienes le hacen oposición que no llega al contrapeso porque los dominantes han logrado mayoría aplastante para tener control casi totalitario de los principales órganos del Estado.

A partir de 1996 y con breve interrupción del cuatrienio 2000-2004 se instalaron administraciones sucesivas del Partido de la Liberación que ya computa 12 años de ejercicio continuo del poder, camino a 16, con poco o ningún precedente en época democrática.

En este largo interregno, que perfila la “Era del PLD”, la organización fundada por Juan Bosch ha logrado construir una maquinaria electoral que parece insuperable con soporte del ejercicio clientelar del poder alimentado por el parasitismo económico a costa del erario.
La oposición, cuya fragmentación es estimulada estratégicamente desde círculos dominantes de estamentos del Estado, ha tenido desempeño tan torpe que ni siquiera se ha detenido a estudiar al adversario y descubrir razones del éxito electoral.

Es cierto que los fundamentos jurídicos del régimen electoral favorecen a quien ejerce el poder por ausencia y obsolescencia de legislación, lo que permite hacer de todo sin límites ni prohibiciones, pero eso no debe frenar la construcción de una oposición democrática real y progresista.

La sociedad civil y el pensamiento menos contaminado por la avasallante línea oficial hay consenso y demanda de urgentes reformas políticas legislativas sobre régimen de partidos, financiamiento, democracia interna y transparencia como postula la Constitución en artículo 216.

La Junta Central Electoral, directora de la competencia política por el poder, debe ser juez imparcial, aceptado por contendientes, sin tachas ni conflictos de intereses que deslegitimen dictámenes, por lo cual se necesita un árbitro democrático incuestionable.

El Nacional

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