Defender a Valle Nuevo

El ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales está en lo correcto, apegado a ley y con respeto a dignidad humana para devolver a Valle Nuevo su condición de parque nacional y restaurarle la virginidad perdida.

Este parque tiene la altiplanicie más elevada del Caribe a más de dos mil metros sobre el nivel del mar, es fuente de tres cuencas hidrográficas que alimentan presas de Sabana Yegua, Jigüey-Aguacate-Valdesia, Pinalito y Blanco, Hatillo, Jimenoa y Tavera-Bao- López Angostura, entre otras.

Valle Nuevo, denominado “madre de las aguas” con casi mil kilómetros cuadrados en cordillera Central, estimula la agricultura del sur, nordeste y norte, y preserva especies endémicas de flora y fauna silvestre.

Por eso, la tarea de Francisco Domínguez Brito merece apoyo total. Por primera vez hay voluntad política, al menos del funcionario, para cumplir ley y aplicar el poder coercitivo del estado, en protección de intereses colectivos amenazados por grupos de élite socioeconómica.

Los principales depredadores y usurpadores de Valle Nuevo son familias de alta alcurnia, favorecidos por gobernantes de turno desde la época de Trujillo, para legalizar sin legitimidad el usufructo de bienes públicos que por su naturaleza son de interés nacional sin desmedro del orden jurídico.

Domínguez Brito emplazó a desalojar la zona a quienes ocupan terrenos, tienen viviendas y explotaciones agrícolas e industriales, para preservar el parque sin actividad humana.

Vencido el plazo, el interés colectivo está por encima de particularidades y es necesario amortiguar el drama humano de familias desplazadas, pequeños productores que han vivido allí por decenios.

El propósito gubernamental merece acompañamiento militante de la sociedad, implica un bien común cuya defensa y preservación compromete presentes y futuras generaciones para detener la explotación que el mismo estado ha permitido.
Sin atropellos, cumpliendo ley, sin transigir en el poder coercitivo del Estado a favor colectivo.