Opinión

Que hable Martí

Que hable Martí

Es malo escribir cuando se está triste y yo lo estoy.  Esta mañana murió Adela Fernández  y esa noticia, mas una foto de seres humanos hacinados en una guagua de deportados hacia Haití, me hizo dudar de la humanidad.

A esa, se añade otra foto de unos trabajadores hondureños en pampers, en una fábrica británica coreana, para que no tuvieran que ir al baño…

He repetido hasta la saciedad que no podremos resolver nuestras diferencias con Haití mientras las portadas de nuestros diarios reporten las ‘hazañas’  de un fanático ‘nacionalista’,  a quien quisiera ver en un bote que salga de Miches hacia Puerto Rico, corriendo de los perros de los agentes de emigración, entrenados para olfatear a los dominicanos.

Y,  porque estoy triste voy a dejar que sea un poeta quien escriba desde sus Otras Crónicas de New York, sobre un tema tan viejo como la humanidad:  el migratorio, en su reportaje:  La Inmigración en los Estados Unidos y en Hispanoamérica, pag. 122.

Dice Martí: … ‘ La tendencia a restringir la inmigración viene siendo mucha en los Estados Unidos…Y antes de cortar el mal, que es la inquietud obrera, por la raíz de donde viene, por las causas que producen la escasez de trabajo y la injusticia en la distribución de sus rendimientos, se vuelven contra las masas con causas y razones aparentes.  Por esto deciden que la inmigración es ya excesiva, y ha de irse reprimiendo: …que el descontento y amenazas provenientes de ser el trabajo menos que los que vienen a buscarlo, aumentaran mientras más vengan: que es preciso ir cerrando las puertas a los inmigrantes y que debe salvarse a tiempo lo que queda de esta República.  Pero lo que crea esta nueva filosofía social no es el justo amor a la pureza de las instituciones patrias, sino el miedo de los ricos a que se les vengan encima las turbas desesperadas, y el miedo de los pobres a verse sin trabajo.

…Y es cosa de pensarse, por lo mismo que está sucediendo en  los Estados Unidos, que especie de inmigración debe llevarse a nuestras tierras, y con qué privilegios, y hasta donde deben gozar de los derechos públicos, y si va sobre seguro el pueblo que de intervención en sus cosas a los extranjeros antes de que críen familia en  el y lo amen, cuando para traer la inmigración no es necesario ir a tanto ni poner en peligro las instituciones nacionales, sino que basta con asegurar el decoro de hombre libre por supuesto, a quien ni es hombre libre en su tierra, ni tiene allí esperanza de bienestar alguno’.

Parece Don Juan en su carta a los intelectuales…

El Nacional

La Voz de Todos