Al bien alimentado malestar que persiste en la Junta Central Electoral (JCE) se agrega otro conflicto de marca prefabricada con lo que se procura aparentar que el tribunal comicial ha retrocedido a superadas épocas cuando las actas cercenaban votos, sin que detractores presenten evidencias precisas y concordantes de la comisión de actos que colisionen con la ética, la moral o ley penal. Liderazgo político y organizaciones de la sociedad civil deberían entender que la resolución de cualquier situación de carácter contencioso o administrativo en la JCE debe resolverse mediante activo ejercicio dialogante que direccione hacia el consenso, sin exceso de protagonismo ni suplantación de calidades.
Si bien es cierto que el mundo no corre peligro de acabarse con la destitución, renuncia o dimisión del actual director de Cómputos de la Junta, quienes solicitan su cabeza están compelidos a ofrecer razones válidas que prueben negligencia, inobservancia o intención delictuosa, porque la cancelación de un funcionario no puede estar atada al deseo puro y simple de uno o más actores. De igual manera, el pleno de la JCE debería explicar las razones por las cuales dispuso la separación de un juez de la Junta Municipal de Santiago, que ha motivado la renuncia de otro magistrado, porque un simple pedido del presidente de esa instancia no parece suficiente para tan drástica medida.
Lo que más daño ha causado al deseado sosiego en la JCE y a las buenas relaciones que han de primar entre el tribunal y los partidos políticos, ha sido la excesiva intromisión de grupos de presión pública guarecidos en el amplio manto de la sociedad civil, que pretenden actuar como juez y parte. La perniciosa participación de esos entes ciudadanos en el impasse suscitado en la JCE ha servido para encender aún más la tea de la discordia, toda vez que sus líderes, dirigentes o asalariados se consideran como ombligo de la moral y de la justicia. Al que le sirva el traje, que lo disfrute.
La Información
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En tan memorable efeméride, El Nacional apresura sinceras felicitaciones al director del colega santiaguero, licenciado Enmanuel Castillo, y a todo su personal.