Opinión

¿Qué pasará con el PRD?

¿Qué pasará con el PRD?

Contrario a las imperdonables declaraciones del presidente de la Junta Central Electoral, Roberto Rosario, en el sentido de que la crisis interna del PRD no pone en peligro la democracia dominicana, el peso específico de esa organización política, es importante  para garantizar  lo que Montesquieu llamó en El Espíritu de las Leyes, el contrapeso de los poderes, como fórmula política para regular el papel del Estado.

Pablo Neruda sigue teniendo razón: las cosas no se arreglan ni con el olvido ni con el silencio, por lo que, los dominicanos que aspiramos a vivir en democracia no debemos ser simples espectadores.

La  política en tanto ciencia, estudia las luchas por los espacios de poder y los encarnizados enfrentamientos de las élites políticas, pero también enseña un código a los actores políticos para preservar las conquistas sociales y la forma de vivir civilizadamente.

Los grandes líderes que luchan por sus pueblos, deben ser sagaces, capaces y tener la inteligencia o el sentido agudo, si carecen de esta, para luchar por la colectividad y no por sus apetencias. En ese sentido, tanto Miguel Vargas como Hipólito Mejía, han obrado irresponsablemente y con insigne torpeza.

Habrá que recurrir a los estudios de la personalidad del poder de Kenneth Galbraith o volver a Erich Fromm para entenderlos, pero ambos líderes han sido incapaces para resolver esta crisis.

El caso que más llama la atención, es el del presidente del PRD, pues, de haberlo tenido todo, hoy su carrera política peligra. Miguel fue el revitalizador del PRD, lo organizó, le dio credibilidad, dio espacio de poder a la juventud, aglutinó todo el liderazgo blanco, subió la autoestima de los perredeístas. Hizo un partido fuerte para ganar en el 2012. Siendo sinceros, él merecía ser el candidato presidencial. Las encuestas decían que con él se ganaba. Pero la política no es deseo, es realidad.

He escrito muchas veces que los estrategas de Hipólito Mejía trataron el caso de Miguel, como niños jugando a la política. Se repartieron los cargos, se embriagaron de poder y estaban convencidos de que podían ganar sin él. Pero nada justifica que Miguel Vargas no apoyara su partido y de ahí su caída política, no irreversible, claro está.

Lo que una vez le dije privadamente, hoy se lo digo públicamente “Presidente Vargas, a usted le conviene un borrón y cuenta nueva”.

Polarice con Hipólito, que usted lleva las de ganar. Evite el fenómeno ‘NI NI, ni usted ni Hipólito, que cobra fuerza. Pida perdón al pueblo, pero pluralice,  diga que ambos perdieron la perspectiva histórica y pidan una nueva oportunidad”.

Esa fue mi humilde asesoría, aquella mañana que hablamos de política, deporte y cultura.

Condicionar el diálogo con el presidente Mejía, no es una buena señal. Sus seguidores no lo quieren como candidato, sino como presidente. Y se gana con el todo, no con la parte.

El Nacional

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