Las acciones de un partido requieren de un elemental sentido de coherencia que nos permita generar los niveles de confianza indispensable, y así, conquistar la credibilidad de los electores.
El caldo de cultivo del descreimiento en las organizaciones partidarias ha sido el resultado de las élites que, desde sus alturas dirigenciales, creen que pueden imponer sus marrullerías a la sociedad.
Cada vez que el PRD se divorcia de los anhelos de amplios núcleos ciudadanos transitamos el camino del fracaso electoral. Inclusive, los argumentos que se presentan con posterioridad a los resultados del pasado 16 de mayo, revelan la falta de inteligencia política del grupo que controla el partido.
En dos semanas: conquista del poder de veto, uso de los recursos del estado, avanzamos, fraude colosal, lanzar el partido a las calles y visitar a embajadas para depositar pruebas, retratan el nivel de torpeza de un estilo dirigencial que nos coloca en medio del gran ridículo.
Tiene sentido de racionalidad un PRD que acusa al PLD de un gran fraude, y al mismo tiempo manipula cifras para demostrar que avanzamos.
Nadie le advirtió al sector dentro del partido que acompaña los reclamos en legaciones extranjeras que ciudadanos de esos países estuvieron en las elecciones congresuales y municipales en calidad de observadores. Se percibe como sincero el deseo de que gente sin tradición de lucha social y deseosos de mover el partido hacia la franja conservadora la convocatoria a tomar las calles. ¿Andy, Orlando, Geanilda, Miguel y Peggy en el corazón de Gauchupita activando a favor de las protestas? ¡Por favor!
Si deseamos reconstruir el sentido de credibilidad partidaria, debemos asumir con mayor responsabilidad nuestro rol. Los reclamos deben desarrollarse en el ámbito de la Junta Central Electoral y no podemos continuar justificando la falta de preparación en el terreno organizativo apelando a la parcialidad de los jueces.
Además, se olvidó el sector que acompaña al presidente del PRD, las múltiples declaraciones favorables a la JCE, cada vez que sentencias provenientes de ese tribunal favorecían la causa de Miguel Vargas Maldonado.
