Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Miguel Cocco

 

Pensar en el hombre singular que fue Miguel Cocco es bucear a pulmón limpio en las profundas y agitadas aguas de las luchas sociales y políticas de nuestro país. Así como nadar en el mar azul de un espíritu sereno y dulce que acumuló toda la fuerza que brotó de la firmeza de sus convicciones. Además, pulió su voluntad con delectación de artista para servir a su pueblo.

La personalidad de Miguel Cocco se manifestó con mayor esplendor en el período histórico que arrancó con el golpe de Estado contra el gobierno del profesor Juan Bosch, en el 1963. Este acontecimiento generó la inconclusa Guerra de Abril del 1965, los aciagos gobiernos de los doce años del doctor Joaquín Balaguer, la fundación de los Comités Revolucionarios Camilo Torres (CORECATO), la creación del Frente Patriótico que llevó al doctor Leonel Fernández y al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) al poder, hasta llegar al ejemplar desempeño que tuvo don Miguel como Director General de Aduanas, hasta el 20 de mayo de 2009, cuando su corazón de luchador incansable dejó de latir. Pero vive en la memoria de los que respetan y emulan su legado.

La serenidad de espíritu y la ausencia de ambición de riqueza y poder fueron las manifestaciones de don Miguel Cocco que más me impresionaron.

Ciertamente, Miguel Cocco tenía la calma que es propia de la superficie de un río profundo, que se refleja manso, tranquilo, dócil y fácil; pero que lleva debajo, como oculta para no ofender ni espantar, una fuerza indomable, capaz de arrasar con todo lo que se oponga a su misión bienhechora de fertilizar la tierra y convertirse en mar.

Esa serenidad de espíritu también fue consecuencia de que supo administrar bien sus alegrías y tristezas. Las balanceó positivamente. Logró que las primeras, las apetecibles alegrías, no lo convirtieran en un ser alejado de su ámbito social o en un indiferente al dolor ajeno o en un pequeñoburgués iluso que vive satisfecho en su pompa de jabón. Y para que las segundas, las nunca deseadas tristezas, no lo transformaran en un resentido social, en un amargado, en un rebelde sin causa.

Y la ausencia de ambición de riqueza y poder de don Miguel nunca fue fruto del desinterés que surge del temor a los retos, ni de la incapacidad, ni del espíritu pusilánime. Lejos estaba este egregio hombre de esas debilidades. Fue un producto de sus convicciones. Creía que las cosas, como bienes de consumo, no eran del supuesto dueño, sino del que más las necesitara. También pensaba que el poder no tenía ningún sentido, salvo cuando se ponía al servicio de las mejores causas de los pueblos que luchan por su felicidad y su libertad. Y don Miguel Cocco, estaría cerca solo para apoyar las ideas y las acciones que fueren necesarias para que ese poder tuviera sentido.

Ese fue el hombre, el ciudadano y el compañero Miguel Cocco que conocí, y con él me quedo. Es un ejemplo de honradez, de hombre público digno y de amigo fraternal.

El Nacional

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