Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Rafael Ciprián

¿Quién es el soberano?

 

Abordar los asuntos banales o de farándula no es tan difícil como tratar los temas que implican conceptos científicos y trascendentes para la sociedad. Por ejemplo, es fácil saber que doña Fefita la Grande es también la Soberana de este año en nuestro mundo del espectáculo. Pero resulta cuesta arriba afirmar categóricamente, como expresión de la verdad absoluta, que en la realidad económica, social, política y jurídica dominicana el pueblo es el soberano, porque simplemente la Constitución dice que la soberanía reside en él. Lo formal no siempre se corresponde con la verdad.

Ciertamente, el artículo 2 de nuestra Carta Magna dice: “La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, de quien emanan todos los poderes, los cuales ejerce por medio de sus representantes o en forma directa, en los términos que establecen esta Constitución y las leyes.”

Obsérvese que el poder del pueblo está sujeto al orden jurídico establecido. No es soberano. Esta subordinado.

Para cualquier analista dogmático y simplista, la cuestión sobre quién es el soberano o la soberana del universo político nacional está resuelta con ese texto sustantivo. Así evita el pensamiento complejo, aunque conozca o ignore a Edgar Morín.

Ahora bien, el problema del soberano político sigue siendo complejo, con independencia de que el dogmático lo acepte o no.
Todos los conceptos y connotaciones que podemos obtener en los diccionarios sobre las palabras soberanía y soberano coinciden, en lo esencial, con establecer que, la primera, es la autoridad en que reside el poder político y, la segunda, es quien ejerce la soberanía o poder supremo.

Vale preguntarse: ¿El pueblo dominicano ejerce realmente la soberanía o el poder político supremo en este país? La respuesta es y debe ser negativa, salvo que sea un iluso el que responda.

Pocos ignoran que en nuestra democracia electoral el pueblo posee el derecho de echar el voto, pero unos cuantos deciden previamente quién gana y quién pierde las elecciones. Para confirmar esta verdad, basta con conocer el estado de miseria y alienación en que viven las grandes masas, el poder de la manipulación mediática para crear la percepción deseada y el control social que ejercen el clientelismo y el patrimonialismo. Además, lo menos que hace muchos de los elegidos como representantes es representar al pueblo. Los intereses creados se imponen. Esta es la realidad monda y lironda.

Y para rematar en lo formal, el artículo 6 de la Ley Suprema consagra: “Todas las personas y los órganos que ejercen potestades públicas están sujetos a la Constitución…” Entonces, el pueblo está sometido al Pacto Fundamental y, por tanto, no es soberano. La soberana en lo jurídico y político es la Constitución.

El pueblo solo es soberano en el breve lapso de las sesiones de una Constituyente, que no se debe confundir con la Asamblea Revisora, debido a que en ese tiempo aprueba la nueva Constitución. Lo demás, es pluma de burros.

El Nacional

La Voz de Todos