Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Rafael Ciprián

Filosofía de la JCE

 

Las instituciones bien organizadas y mejor dirigidas siempre poseen una filosofía, que está inequívocamente identificada y claramente explicada. Ella representa la mística, el espíritu de la organización. Todo lo que haga o deje de hacer, ya sea a lo interno o a lo externo, tiene que ser coherente con esa filosofía.

Nuestra Junta Central Electoral (JCE), como órgano constitucional, tiene su filosofía. No podía ser de otra manera. La JCE maneja un presupuesto inmenso en cada proceso eleccionario, del cual surgen las autoridades de los niveles presidencial, congresual y municipal. Tiene bajo su dependencia el Registro Civil y la Cédula de Identidad y Electoral.

El orden democrático, la gobernabilidad y la paz pública dependen de las actuaciones de la JCE. Por tanto, la estabilidad económica, el fortalecimiento institucional y el sistema jurídico son seriamente impactados por las decisiones que toma la JCE.
Por eso nuestra Carta Magna revistió a la JCE de todos los atributos que son necesarios para que cumpla cabalmente con los altos objetivos que le dan razón de ser.

En su artículo 212 consagra: “…es un órgano autónomo con personalidad jurídica e independencia ténica, administrativa, presupuestaria y financiera… Tiene facultad reglamentaria en los asuntos de su competencia.”

La filosofía de la JCE está contenida, como debe ser, en su plan estratégico institucional. Y se expresa en los tres aspectos fundamentales, que conforme a los criterios de alta gerencia y funcionamiento organizacional son: la visión, la misión y los valores del ente estatal. Todos los ciudadanos dominicanos, y no sólo los funcionarios, deben conocer muy bien el contenido de esa trinidad de elementos.

La visión es “Ser una institución modelo de servicio público, con prestigio nacional e internacional…” La misión: “Garantizar la integridad y la seguridad de la identidad de los ciudadanos…” y “Organizar los procesos electorales con transparencia para que los resultados expresen la voluntad ciudadana…”

Y los valores son: la credibilidad, para generar la confianza en los actores de cada proceso; la objetividad, para que sus decisiones y conclusiones sean el “resultado de un ponderado, justo y equilibrado análisis del fondo de las situaciones que se presenten”; transparencia, para divulgar en tiempo oportuno sus gestiones, con apego a las normas, y dar participación a los actores correspondiente; equidad, para garantizar la igualdad entre los participantes, con la neutralidad institucional que manda el sistema jurídicos; integridad, para hacer un correcto manejo de todos los recursos con el cumplimiento de las normas y procedimientos de rigor; lealtad, para ejercer la discreción, respeto, disciplina y cooperación, que lleven a cumplir con la responsabilidad del órgano, y la eficiencia, para optimizar el uso de los recursos.

Pienso que entre los valores de la JCE faltó la eficacia, para lograr los objetivos de la institución.

El Nacional

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