Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Licencia por maternidad.-

Los sectores dominantes de nuestro país, en su mayoría, y muy especialmente en el orden político y económico, no aceptan lo que es vivir en un Estado Social y Democrático de Derecho, como lo consagra el artículo 7 de la Constitución. Ideológicamente se sitúan en el período superado del Estado liberal.

Piensan que deben ser beneficiados con el criterio de aceptar o no las regulaciones. Unos pocos van más lejos en su regresión mental, y quieren mantener posiciones que corresponden a una oligarquía rancia, que son atavismos históricos.

El profesor Juan Bosch tenía la razón cuando hablaba de que en nuestro país no existe una clase social gobernante, que lo que tenemos es una coalición de sectores sociales que se erigieron en dominante.

Ciertamente, así es. La gran diferencia entre el sector dominante y el gobernante está en que el primero solamente se preocupa por su beneficio personal o grupal, en aumentar sus riquezas, sin tomar en cuenta el bienestar de la colectividad. Y usa el poder político para alcanzar ese propósito, aunque tenga que pasar por encima de las normas que rigen el sistema.

Mientras que el segundo, el sector gobernante, también persigue aumentar sus riquezas, pero con la diferencia de que guarda las formas, respeta el orden y se limita para no lucir grosero ante la población. Hasta llega a sacrificar parte de sus ganancias para garantizar que nadie le perturbe el buen ambiente de sus negocios.

Pero de lo que no se han dado cuenta es que el orden constitucional actual contiene un conjunto de normas, valores y principios que se nos imponen a todos. Además, los sectores dominantes ya no son dueños y señores de las reglas del juego. Existen organismos internacionales que nos vigilan y que ejercen sus funciones con efectos jurídicos directos en nuestro país. Hasta el grado de que algunas de las decisiones de esos órganos modifican el ordenamiento legal interno.

Ciertamente, vivimos nuevos tiempos. Los criterios nacionalistas tienen que ser revisados, para aclimatarlos con el orden jurídico supranacional.

Un buen ejemplo de ello lo encontramos en la Resolución 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre el aumento de la licencia por maternidad que les corresponde a las trabajadoras.

Esto es, que en lugar de doce semanas, podrán disfrutar catorce semanas. Los señores de la industria nacional han pegado el grito al cielo por esa medida. Hablan hasta de sufrir un desequilibrio económico en sus negocios si sus empleadas aumentan en catorce días el descanso postparto. El ministro de Trabajo, doctor José Ramón Fadul, tuvo que pronunciarse para recordar que vivimos en un Estado de Derecho, que somos signatarios de la OIT y que “…tenemos que cumplir con esa resolución”.

Ellos se quejan por eso. Creemos que, además, se le debe dar una licencia de dos semanas al padre para que atienda a su mujer y a su hijo en la primera quincena del parto. Así fortaleceremos la familia.

El Nacional

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