Opinión

QUINTAESENCIA: Derechos de la mujer

QUINTAESENCIA: Derechos de la mujer

La forma en que una sociedad trata a la mujer, representa el nivel de desarrollo y civilización que tiene esa sociedad. Ningún país puede preciarse de moderno u organizado si mantiene a la mujer en un estado de sumisión, marginación, enajenación o humillación. Hoy más que nunca, las condiciones en que estén las féminas constituyen la expresión inequívoca del equilibrio, desorden o atraso de la comunidad.

Solo los anacrónicos se niegan a admitir que el rol que juega la mujer en el ámbito social es tan grande y trascendente que raya en la sublimidad. Sobre todo porque ella es, además de la mitad de la población, la madre, hija, hermana, novia o esposa de la otra mitad. Y cualquier injusticia que se cometa contra ella es un atentado contra toda la colectividad.

Algunos viven mentalmente congelados en el tiempo. Creen que la sociedad patriarcal tiene vigencia en la actualidad. Añoran con seguir manteniendo a la mujer en un estado de subordinación y atropello permanentes. Y no se dan cuenta de que la mujer de hoy tiene plena conciencia de su condición humana, social y política, porque está incorporada a las relaciones sociales de producción. Ya no es un simple ente familiar, dedicado a servir a los consanguíneos más próximos, y al marido, a quien le saca en la casa el estrés que acumuló fuera de ella.

Es también una manifestación de ignorancia social y política, además de insensibilidad humana, el hecho de que los sectores dominantes consideren a la mujer como un simple elemento reproductivo de la especie.

Toda mujer, sin importar sus creencias, color, condición social o personal, etc., tiene los mismos derechos que el hombre.
Por eso nuestra Constitución, en su artículo 39, numeral 4, consagra: “La mujer y el hombre son iguales ante la ley. Se prohíbe cualquier acto que tenga como objetivo o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad de los derechos fundamentales de mujeres y hombres. Se promoverán las medidas necesarias para garantizar la erradicación de las desigualdades y de la discriminación de género.”

Ciertamente, la mujer no es un objeto, sino un sujeto social. Ella es dueña de su vida y de su cuerpo, y tiene derecho a decidir libremente sobre ellos, con la única limitante, porque nada es absoluto, que no cause daño a otro o infrinja derechos de los demás miembros de la sociedad.

Resulta inadmisible a todas luces que en pleno siglo XXI tengamos legisladores con mentalidades feudales u oportunismo político vergonzante, que los lleven a privar a la mujer hasta del derecho de decidir sobre su cuerpo, un derecho fundamental que le asiste, frente a un embarazo no deseado. La aprobación en la Cámara de Diputados del nuevo Código Penal es una prueba de ello. No le quieren reconocer ni siquiera el derecho al aborto por malformaciones del feto, en que su vida corra peligro. Eso no es legislar para la vida. Corrijan ese garrafal error, senadores.

El Nacional

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