Opinión

QUINTAESENCIA: ¿Justicia o ficción?

QUINTAESENCIA: ¿Justicia o ficción?

En la entrega anterior de esta columna, afirmamos que en nuestro país nunca hemos tenido una verdadera justicia. Y agregamos, para rematar, que lo que ha existido en esta tierra de Duarte, Luperón y Caamaño es una ficción de justicia. Algunos jueces, que son mis admirados pares, se rasgaron las vestiduras. Muchos abogados se asombraron ante esa aseveración. Y no faltaron los que tomaron el planteo como una hipérbole para adornar los conceptos que sostuvimos. Pero en ese trabajo dije la verdad monda y lironda.

Como algunos grupos de discusión jurídica me han solicitado que argumente sobre la ficción de justicia que nos hemos dado, y en este caso obedecer es razón, paso de inmediato a brindarles ideas sintéticas sobre esa ficción.

Lo primero que debemos tener presente es que históricamente nos organizamos como una sociedad anormal. Nuestros padres fundadores, con Duarte a la cabeza, concibieron un proyecto social y político burgués, o sea, con aspiraciones capitalistas, similar a lo que tenemos hoy. Pero ellos no eran burgueses. Eran pequeños burgueses. En este país no existía la clase burguesa llamada a sostener y dirigir el sistema ideado. Esto generó un vacío de poder que lo llenó el general Pedro Santana.

Pero Santana no era ni burgués ni pequeño burgués. Era un hatero. Se había casado con la viuda de un hatero, y lo sustituyó. Dio un braguetazo. Y como tenía autoridad y don de mando, pasó a ser el líder de los hateros. Duarte lo sabía, y lo buscó. Fueron los más atrasados en lo político, aunque predominantes en lo económico. Eran el residuo social de los esclavistas. Y en sus grandes extensiones de tierras, junto a sus animales, vivían los campesinos. Es por eso que Santana, y no Duarte, podía mandar muchos hombres a la guerra contra Haití. Y es por eso que Santana terminó siendo el jefe, y desnaturalizó la primera Constitución. Se convirtió en el primer Presidente de la República. Y es por eso que el Estado nació hatero y no capitalista o burgués. Ese Estado no tuvo consenso nacional. Santana creó los tribunales o consejos de guerra para asegurar su poder. Y es por eso que los auténticos patriotas fueron perseguidos, exiliados y condenados a muerte.

El sector social de los hateros desapareció con Santana. La sociedad no ha podido superar el trauma de su aciago nacimiento, como un niño que nació sin recibir suficiente oxígeno en el cerebro, por el semiestrangulamiento que sufrió con el cordón umbilical.

Recordemos que Buenaventura Báez, Ulises Heureaux (Lilís), Trujillo, Balaguer, con matices diferentes, profundizaron los males del origen. Con la Guerra de Abril del 1965 se quiso superar aquellas taras históricas, pero se fracasó. Están aquí, con otras formas.

Una sociedad mal formada no puede producir buena justicia. Le falta sustancia social, organización política e institucionalidad. Por tanto, no podía haber verdadera justicia en el país. Y no la hubo, ni la hay, ni la habrá por mucho tiempo.

El Nacional

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