Opinión

Quintaesencia: ¿Político o jurídico?

Quintaesencia: ¿Político o jurídico?

La diferencia que existe entre lo político y lo jurídico puede ser o muy pequeña y sutil o muy grande y vulgar. Todo dependerá del escenario, las circunstancias o de quien maneje esa diferencia.

Si el fenómeno económico y social que se pondera tiene un escenario nacional, estaremos tentados a pensar que es un problema político, y que el presidente de la República debe intervenir. Pero si las circunstancias de ese asunto lo vinculan con una norma o ley, como un conflicto de propiedad o cualquier otro derecho fundamental, entonces se dirá que es de naturaliza jurídica, y debe ser ventilado en un tribunal.

Ahora bien, si los involucrados en el caso son militantes de un partido político y el que lo analiza tiene compromisos partidarios, afirmará que se trata de un diferendo político, y que debe ser resuelto en la agrupación de que se trate, aunque se esté violando la Constitución de la República.

Ciertamente, así solemos pensar y clasificar los acontecimientos.

Sin embargo, la sutileza o la vulgaridad con que se aborde el tema será determinante para su solución. Además, el modo de abordarlo expresará la formación académica de quien lo enjuicia.

En nuestro país, la inclinación a tratar con ligereza todos los asuntos de importancia social y económica como políticos se debe a la tradición. Estamos acostumbrados a que el Estado lo resuelva todo, porque de una forma u otra lo controla todo. Y vemos al jefe de Gobierno como un ser todopoderoso. Con razón Gabriel García Márquez, con la genialidad que le caracterizaba, declaró que lo que más se parecía a Dios en la Tierra era el Presidente de la República. Pienso que no se equivocó. Y mucho menos en estos países sin fortaleza institucional, producto de la pobreza material y, consecuencialmente, del escaso desarrollo social y político de la nación.

Así las cosas, la inmensa mayoría no desarrolla los tipos de conciencia que son necesarios para impulsar las transformaciones que son necesarias en el país. Tales como la conciencia política, la social, la de clase, la de sujeto, la nacional y la de pertenecer a una comunidad. La ausencia de esas conciencias lleva a que en la sociedad todo se confunda. Por eso, en nuestro medio, cualquiera es un político, un jurista o un escritor, y cualquiera aspira a Presidente.

Pero cuando la cuestión se convierte en un proceso jurisdiccional, sin importar las connotaciones políticas o jurídicas, ni la preponderancia de una u otra que pueda tener, el juez o tribunal que instruirá y decidirá el expediente debe tener muy presente que está obligado a decir el Derecho, o sea, a aplicar bien el sistema jurídico. Jamás a buscarle conveniencias partidarias con motivaciones oportunistas.

Toda decisión de un juez o tribunal es una manifestación de poder del Estado, es su potestad jurisdiccional en acción. Por tanto, esa sentencia tiene trascendencia política. Lo que legitima al juez es la motivación jurídica que le dé. Ahí está el meollo.

El Nacional

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