Opinión

Quintaesencia: Relación de trabajo

Quintaesencia: Relación de trabajo

La sociedad dominicana está saturada de pleitos entre empleadores y trabajadores. Algunos solo se enteran de las grandes causas de esos enfrentamientos, porque salen en los medios de comunicación de masas. Tales como la lucha por el aumento salarial, muy especialmente del salario mínimo del sector privado o del público. O cuando se libra la batalla por un pacto colectivo en un emporio industrial o comercial. Y no puede ser de otra manera, porque estas cuestiones salen del estrecho ámbito del centro de trabajo y pasan a ocupar la atención general. Tienen una gran importancia política. Afectan al gobierno y a los intereses del gran capital, de los empresarios que manejan la economía nacional.

Con esos conflictos se rompe la cohesión social. La colaboración entre el trabajo y el capital, entre los trabajadores y los capitalistas se pierde. Por eso el Principio III del Código de Trabajo consagra: “El presente Código tiene por objeto fundamental regular los derechos y obligaciones de empleadores y trabajadores y provee los medios de conciliar sus respectivos intereses.

Consagra el principio de la cooperación entre el capital y el trabajo como base de la economía nacional. Regula, por tanto, las relaciones laborales, de carácter individual y colectivo, establecidas entre trabajadores y empleadores o sus organizaciones profesionales, así como los derechos y obligaciones emergentes de las mismas, con motivo de la prestación de un trabajo subordinado.”

Pero sus contradicciones son insalvables. Por una parte, los malos dueños de empresas que tenemos aspiran a aumentar inmoralmente sus ganancias, debido a que las buscan exprimiendo a sus trabajadores. Creen que mientras menos les paguen, mejor les irá a sus compañías. No piensan como burgueses, sino como oligarcas. Se desvelan por aumentar la plusvalía de la peor manera.

La plusvalía es la diferencia entre lo que produce el obrero y lo que le paga su empleador, menos los costos generales y necesarios para la producción.

La mayoría de nuestros capitalistas no piensa en mejorar las condiciones laborales, en introducir maquinarias más tecnificadas que incrementen la productividad, en aplicar criterios, recursos, procedimientos y prácticas de alta gerencia para que la administración sea eficiente y la empresa, competitiva.

No entienden que si pagan mejores salarios, sus trabajadores se identifican con la empresa y mejoran su capacidad de consumo. Esto fomenta el mercado y potencializa la economía.

Por la otra parte, los trabajadores desean aumentar sus salarios para lograr una vida más digna. Saben que su salario nominal está divorciado del salario real que deberían ganar.

Y, lo que es peor para los capitalistas, cada día los trabajadores toman conciencia de que su nivel de vida y la de sus familias no se corresponde con su trabajo.

Resulta vergonzante ver a los empresarios impugnar el aumento salarial del pírrico veinte por ciento que se aprobó. Andamos muy mal.