Opinión

Racismo en Virginia

Racismo  en Virginia

Eran los 70 y como resultado de la poderosa contracultura de los 60, en USA, en 1965, el gobierno abrió las puertas de las universidades que recibían fondos federales a negros y latinos. Soy fruto esa apertura, gracias a la cual ocho dominicanos entramos a Brooklyn College, bastión de la élite académica.

Mi única experiencia con el abierto racismo había sido a mi llegada a Nueva York, en inmigración, cuando el oficial que reviso mis documentos se habia molestado con mi calificacion de “india clara”, aclarandome que “indio” no era un color y que por mis orígenes se es blanco, negro o mulato.

Primera clase de realidad demografica para una dominicana que venia de una media isla donde las mujeres se desrizan el pelo, se tiñen de rubio, o blanquean la piel (en esa época con Crema Perlina y hoy con la crema de Sammy Sosa, a menos que te haya mordido un vampiro), sin entender que esos son actos racistas de autonegacion identitaria. Ahora, con la cirugia plastica, tambien se estila arreglarse la nariz y la boca, aunque Angelina Jolie le ha devuelto cierto glamour a la boca grande.

Desde que Trump permitio que en sus mitines circularan con libertad los mal llamados “nacionalistas blancos” (que como aqui solo son nacionalistas contra los negros), estos han desfilado impunemente con grandes banderolas con la svastica de Hitler y la bandera confederada del sur.

Hace unos dias presenciamos con horror como dos policias perdieron la vida en un helicoptero mientras monitoreaban un rally en Chalottesville, y la joven Heather D. Heyer, habia muerto al ser atropellada por el carro de un infeliz joven racista de veinte años, que como todo infeliz ha culpado a los otros de sus desgracias personales. Una madre paraplejica, un padre que se suicido, y un abuelo que asesino a su abuela y luego se dio un tiro. Frustracion y odio que este joven canalizo hacia los negros, embistiendo con su carro a 19 personas, muchas de las cuales estan en condiciones graves.
EL culpable? Los culpables?

Trump con su discurso de supremacia blanca (del cual Bannon, su jefe de estrategia es el artifice principal), y su reticencia a condenar actos de esta naturaleza. Por eso yo solo me río cuando quiere darle lecciones de democracia a Venezuela y se enfrasca en dimes y diretes con otro loco igual que el, el dictadorcillo de Corea del Norte.

Nuestro corazon se parte en dos. Por una parte repite el “Yo tengo un sueño” de Martin Luther King. Por otra, lucha con la indignación que le provocan actos como el de Charlottesville y se recrea con la idea de que algun misil desaparezca del mapa, algun dia, al sur blanco norteamericano con sus banderas confederadas y toda su ignorante deshumana miseria.

El Nacional

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