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La Restauración

Audacia y valor

 

La gesta restauradora, de la que se cumplen mañana 154 años, no fue ni podía ser obra de una sola persona. Pero es tan extraordinario el papel del general Gregorio Luperón que en cada aniversario de la gloriosa epopeya hay que exaltar su figura.

De no ser por su inteligencia y valor es posible que República Dominicana hubiera tenido que esperar muchos años para rescatar la independencia, la libertad y la soberanía con que soñaron los trinitarios, los integrantes de aquel movimiento fundado por el patricio Juan Pablo Duarte para poner fin a la dominación haitiana.

Hubo muchos momentos en que la confusión y algunas derrotas abatieron a las tropas dominicanas, pero el espíritu, el coraje y la audacia de Luperón se convirtieron en la chispa para levantar la moral.

En la epopeya brillaron nombres como los de Gaspar Polanco, Benito Monción, Pedro María Pimentel y Ulises Francisco Espaillat, entre otros, pero el que más esplendor alcanzó por su tenacidad fue Luperón.

Los historiadores resaltan entre sus destrezas, no solo con el machete, el día que se inventó, para estimular a las tropas que estaban a punto de rendirse tras fracasados intentos por conquistar la fortaleza San Luis, de Santiago, la falsa adhesión a la lucha de El Seibo, Santo Domingo, Azua y otras comunidades. Al estallar la contienda con el grito de Capotillo, Luperón, apenas contaba con 22 años de edad. Pero la juventud no fue óbice para que se erigiera en el gran adalid de la gesta que culminó en 1865 con la restauración de la República.

El Nacional

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