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Convención PRM

 

La suspensión del proceso en Santiago, Barahona, Nueva York, La Romana y otros lugares, así como la demora con que se inició casi en todas las mesas ensombrecen la gran primera prueba de fuego que representó la convención del Partido Revolucionario Moderno (PRM).

Con las garantías que había ofrecido el presidente de la comisión organizadora, Tony Raful, en modo alguno se esperaba que las fallas logísticas podían ser tan pronunciadamente significativas. Aunque el fenómeno de la violencia y el desorden en las mesas de votaciones, que de un tiempo a esta parte se ha convertido en una constante en los procesos internos de los partidos políticos, brilló por ausencia.

No es que el mismo proceso no generara sus naturales tensiones, estimuladas en gran medida por el apoyo que los dos principales caudillos del PRM, Hipólito Mejía y Luis Abinader, expresaron a determinados candidatos.

La suspensión del proceso en centros de aquí y el exterior, así como los retrasos conspiran, sin que nadie se llame a engaño, contra la organización que necesitaba y se esperaba del proceso.

El Nacional

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