Opinión

Rafael Ciprián

Rafael Ciprián

Paladín de la justicia dominicana, el derecho y el deber, ejercitando una trayectoria luminosa, digna de encomios, respeto y admiración. Rafael Ciprián, ilustre y honorable pedestal de la moral, capacidad, honestidad y los principios, con el imperio absoluto sobre su voluntad, así por virtud de un orden de sentimientos relevantes, a quien le corresponde oficiar fervorosa y valientemente ante el altar de la idoneidad, gran disposición del espíritu, hacia el desempeño eficaz de la alta investidura a su cargo.

Los Magistrados Rafael Ciprian, Carlos Hernández, Rosanna Vázquez Febrillet y otros, son lumbreras de probidad, jamás debieran ser objeto de traslados injustos, mal planificados que han recibido la repulsa de la mayoría de la clase del derecho, importantes sectores de la vida nacional, entidades y agrupaciones con credibilidad y prestancia.

Parece que estamos olvidando y distorsionando que la concepción dominante en estos tiempos, es la de hacer valer la ley para que fuese factible la convivencia Pacífica y civilista de los pueblos y las instituciones, destacándose la forma de aplicación de esta por la justicia.

Las previsiones del artículo 151 de nuestra Constitución, 18, 23 y 71, de conformidad con la ley 327-98, son claras y determinantes, al puntualizar que los jueces no pueden ser trasladados sin su anuencia, ni en su perjuicio.

Jamás se debe usar la justicia como trampolín para favorecer apetitos políticos, ni maltratar a Jueces dignos con decoro y probidad, porque aplican los dictámenes de la Constitución y las leyes, debiendo evitarse una posible anemia perniciosa del Tercer Poder del Estado.

La injusticia duele, y como decía platos: “Cometer injusticia es más ignominioso que recibirla”.

El licenciado Rafael Ciprian glorifica la diosa Themis y es un paradigma sin mácula ni servilismo, pudiendo enarbolar las frases del ex presidente de la República Francisco Gregorio Billini, el 27 de febrero de 1894, al abandonar el Congreso nacional, al afirmar: “Mis manos no se han manchado con el oro corruptor del peculado”.

Al escribir de jueces y justicia, alertamos a toda la Nación y al Presidente de la República, que tal y como lo habíamos pronosticado el pasado año, que el caso del Senador Félix Bautista será enviado a la Corte de Apelación Penal de San Cristóbal, donde será liberado de las delicadas acusaciones en su contra. Ya hablaremos más de esta situación, ya la decisión está hecha.

El licenciado Rafael Ciprian y los brillantes magistrados Ramón Horacio González Pérez, Modesto Martínez y Manuel Ignacio Caamaño, integrantes de las Cortes de Apelación del Distrito Nacional, debían hace tiempo ser ascendidos a jueces de la Suprema Corte de Justicia, pero los apetitos y políticos han impedido sus merecidos ascensos.

Licenciado Rafael Ciprian: Quien juzga como usted, con la pureza que manda la justicia, siente la alegría de estar contribuyendo a ofrecer especial significado a la institucionalidad dominicana.

Y quien se congrega administrar limpia justicia como usted, es porque está decidido a dar lo mejor de su vida por este noble postulado. ¡Salve estandarte de la ética profesional y los auténticos valores!

El Nacional

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