Conversar con el maestro Rafael Solano es un deleite, abrevar en una fuente de sabiduría de la que fluyen conocimientos a borbotones.
Desde un análisis de la problemática social, pasando por una radiografía a la política actual, el accionar sociológico del dominicano, hasta recalar en la música urbana. Los primeros tres temas “off the record”.
Sobre el ritmo urbano criollo, Fello, como cariñosamente se le conoce desde que su rostro apareció por primera vez frente a la pantalla chica sacando notas a un piano de cola, destaca que cada generación tiene su música, por lo que las críticas al ritmo son entendibles. Y de inmediato lanza la pregunta: “¿Qué ha pasado con todo esto? Simple, en el 50 vino el mambo y mucha gente protestó porque era muy movido y tenía coreográfica, estaba acostumbrada a la música suave, pero no era falta de calidad musical, que no es lo que pasa hoy día”, dice.
Para el veterano músico sociológicamente lo que está ocurriendo con estos ritmos es complicado, “porque se habla de que hay una degeneración en torno a sus letras y sus exponentes, pero es que la sociedad ha degenerado en sentido general, lo que está pasando es una interrelación. Si eso es lo que tienes en mente, pues eso te voy a tocar”.
Solano no desdeña este género, porque, dice, hay que estar claro en que cualquier exponente urbano se anuncia en un estadio, lo llena y “ tapa la boca” de sus críticos.
“Entonces qué vamos a hacer con eso, si estuvieran solo sería otra cosa, pero no lo están, son los artistas más populares del momento en nuestro país”, asegura.
Entrevistado en la comodidad de su hogar, el compositor de joyas musicales como “Por amor”, “Pensándolo bien” y “Dominicanita”, destaca que estos exponentes urbanos tienen mucho apoyo y en ese sentido encuentran la plataforma que los sustenta. “Y lo que es peor, los políticos los usan para sus actividades proselitistas, porque viven del populismo, sin importarles que lo que están haciendo es agravando la situación, y como viven de eso no les interesan los artistas de categoría”.
