Opinión

Ramfis, Caamaño y Wessin

Ramfis, Caamaño  y Wessin

Desde la revuelta de 1965, cada abril representa una estallido de salvas patrióticas con análisis, proclamas y las habituales exposiciones de protagonistas de uno de los acontecimientos más trascendentales del país después de la guerra restauradora de 1863.

Antes que criticable, a pesar del ego contenido en relatos de figuras señeras, son saludables, en la medida que contribuyen con una radiografía más precisa del levantamiento para restaurar la constitucionalidad, los testimonios.

Entre las muchas opiniones sobre la revuelta y dos de sus principales figuras, el líder de los insurrectos, Francisco Alberto Caamaño Deñó, y el jefe de los militares que se opusieron al retorno a la constitucionalidad, general Elías Wessin y Wessin, no se puede relegar, toda vez que ayudar a entender más el proceso y el perfil de sus principales actores, la de Ramfis Trujillo Martínez.

En una entrevista para la revista “Élite” al periodista cubano José Suárez Núñez, en enero de 1966, que recoge el historiador Bernardo Vega en su libro “La muerte de Trujillo” no solo se identificó con esencia de la revuelta: reponer al profesor Juan Bosch, sino que descartó que alguno de los oficiales constitucionalistas fuera comunista.

Podría alegarse que no por patriotismo, sino por resentimiento frente a Donald Reid Cabral, una destacada figura del partido antirujillista Unión Cívica Nacional, Ramfis Trujillo tenía que apoyar el movimiento constitucionalista.

Y todavía después cuando gracias a Estados Unidos el general Antonio Imbert Barreras, uno de los conjurados del 30 de mayo de 1961, fue designado jefe del Gobierno de Reconstrucción Nacional, relegándose a un segundo plano a Wessin y Wessin y los demás altos oficiales atrincherados en la base aérea de San Isidro.
Sobre el perfil de Wessin y Wessin y Caamaño Deñó, el hijo del ajusticiado dictador expresó: “—Mientras estos oficiales estuvieron bajo mis órdenes, fueron dos excelentes militares. La idea que tengo ahora formada es que uno de ellos estuvo mejor asesorado y fue más inteligente. Ese es Caamaño.

El otro, menos inteligente, se encerró en el cuartel y no evolucionó.

Ese es Wessin. Lamento, además, la falta de sagacidad de este, que no le permitió a tiempo ver el error que cometía al llamar a los norteamericanos para que intervinieran. Su actuación pidiendo la intervención norteamericana es como la anexión americana que pidió Pedro Santana.

Eso molesta a cualquier dominicano. Siempre tendrá que cargar con un peso que cada día que pase lo hundirá más”. (Ramfis murió en 1969 en Madrid; Caamaño fue fusilado en Nizaíto en 1973 tras una expedición guerrillera y Wessin y Wessin en 2009).

El Nacional

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