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Rapsodia del Crimen

Rapsodia del Crimen

Tony Raful ha logrado en su última obra, La rapsodia del crimen, conducir a juicio de fondo el universo criminal del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo en el escenario internacional, osadía que culminó en gran manera determinativa con su final.

El notable escritor articulista y aeda, de persistente ejercicio productivo intelectual, de los tres escritores domínico-árabes más destacados de hoy, junto a Narciso Isa Conde y Rafael Chaljub Mejía, describe con nimios detalles propios de un avezado jurista, en una versión literaria de juicio de fondo post-morten, las osadas aventuras criminales de Trujillo en el exterior, México, Guatemala, Venezuela y Estados Unidos.

La rapsodia del crimen versa no solo en relación al atrevido magnicidio tramado por Trujillo contra el presidente de Guatemala, coronel Carlos Castillo Armas, sino que delinea los pormenores de las incursiones sangrientas de Trujillo contra el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, y contra los escritores españoles José Almoina Mateos, asesinado en Ciudad México y Jesús de Galíndez, en Nueva York.

Tony Raful, es un veterano escritor con marcada inclinación a incursionar con éxito en la historia, conforme recordamos nos entregó su historia de la expedición libertaria del 14 y 19 de junio de 1959, consigue con “La rapsodia del crimen”, la exposición desmenuzada de todo el drama del magnicidio del presidente Castillo Armas y los motivos psicológicos que impulsaron a Trujillo disponer su eliminación.

Ilustra como el presidente Castillo Armas nunca percibió que por sus negativas a conceder a Trujillo la Orden del Quetzal, la más alta condecoración que otorga el Estado guatemalteco, y no entregarle al “general” Miguel Ángel Ramírez Alcántara como contrapartida de gratitud por Trujillo suministrarle armas y recursos económicos para derrocar al presidente Jacobo Arbénz Guzmán y escalar el poder, potencializaran la alta estima de su homólogo dominicano, determinando su eliminación.

En la cuarta y quinta décadas del siglo XX, Guatemala era el centro de conspiración más nutrido con el objetivo de derrocar a Trujillo, sede de la Legión del Caribe, que organizó las expediciones de Luperón, en 1949, con tropas y equipos militares organizados y entrenados, apoyados por los presidentes Juan José Arévalo y Arbénz, y recursos del hacendado anti trujillista Juan Rodríguez.

Trujillo apertrechó con armas y dólares a Castillo Armas, consiguiendo derrocar al gobierno progresista y burgués del presidente, que dispuso, entre otras tímidas disposiciones sociales, distribuir tierras ociosas de la United Fruit, y otras providencias enmarcadas en la versión de la izquierda moderada y democrática del momento histórico.

Tony Raful reseña con meticulosa e irrebatible exposición, las estrategias sangrientas del siniestro criminal nato que fue Johnny Abbes García en los asesinatos de Castillo Armas y José Almoina, y el intento de magnicidio contra el presidente Betancourt, temas analizados por otros escritores, y que ahora Raful en formato más completo e irrebatible edita en una obra de gran interés.

Relata con precisión la estrategia hilvanada por Trujillo favoreciendo con recursos económicos para conducir al poder al general Miguel Ydígoras Fuentes, con el compromiso de archivar el expediente del magnicidio al coronel Castillo Armas, que duerme en el olvido y el desinterés de todos los gobiernos sucedidos luego del presidente Ydígoras.

Tony Raful consigue en su Rapsodia del crimen un éxito editorial que motivó a la conocida editorial española Grijalbo a editar la valiosa obra, y su éxito doble consiste en que logra que sea uno de los libros que mantiene al lector en suspenso permanente, como una de las famosas películas de Alfred Hichcock, o las narrativas de misterio de Agatha Christi, estremecido por la osadía increíble de Trujillo adentrarse en los antros deleznables del crimen , sobre todo, en el escenario internacional, como un César dominante del Caribe.

Desvela un tema que transita los pasillos sombríos y peligrosos de la intriga, primero, a quien fue en realidad que sirvió el siniestro John Abbes García, si a Trujillo o a la CIA norteamericana, y segundo, si en verdad fue cierta la versión que pereció asesinado por orden del dictador haitiano Francois Duvalier, Papa Doc, como castigo por involucrarse en una conspiración para derrocarle junto a su suegro, el coronel Max Dominique, o un acuerdo entre Papa Doc y el presidente Joaquín Balaguer, que detestaba a Abbes, que cada vez que siendo presidente gomígrafo pasaba frente a su despacho detrás de Trujillo, vociferaba: “Ese es el hombre más malo del mundo”.

Tony Raful plantea la tesis de la sobrevivencia de Johnny Abbes, viajando de Nueva York a México, inclusive visitando en 2011, en Miami, a Gloria Bolaños, amante de Castillo Armas, que Abbes logró sacar clandestinamente de Guatemala, ambos protegidos por la CIA.

Esa tesis corrobora la repetida original versión de que la CIA usó a Abbes aconsejando el desborde de los crímenes contra los enemigos de Trujillo para precipitar su final, como aconteció, resultado de los excesos de Trujillo como nunca antes, precisamente desde el ingreso de Abbes en 1957 dirigiendo el tétrico Servicio de Inteligencia Militar que eliminó a cientos de opositores a la tiranía, y ante la negativa del dictador abandonar el país y el poder, conforme le solicitó el presidente Dwight Eisenhower mediante comunicación verbal del embajador dominicano en Washington, el eminente médico santiaguense Luis Franklyn Thomén Candelario, dos años antes de terminar su tiranía y su vida en un charco de sangre en la autopista que conduce a San Cristóbal, la noche de un martes 30 de mayo de 1961.

El Nacional

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