Opinión

Rasgar la vestidura

Rasgar la vestidura

Menos mal que la ofensa a los Padres de la Patria del cantante urbano Enmanuel Herrera (El Alfa) no se ha convertido en los habituales gestos de hipocresía en que siempre se cogía piedras para los más chiquitos, sino que ha servido como ejercicio de reflexión. Por la categoría de la víctima y el escenario en que se produjo, tanto celo del Ministerio Público por una expresión descompuesta contra Duarte, Sánchez y Mella, por más respeto que merezcan, suena a persecución selectiva, sabrá Dios con cuáles propósitos. Figuras muy encumbradas han expresado públicamente peores improperios, sin que jamás se les haya molestado, que los que motivaron la condena de 15 días de aseo a la Plaza de la Bandera del joven artista.

 

Por supuesto que la justicia no es igual para todos y la discriminación está en todas partes. Y lo más bonito es que hasta el propio Estado propicia la discriminación con la reverencia que rinde a los próceres. Resulta que Duarte está por encima de Sánchez y Mella en las ceremonias oficiales con que se les rinde culto. El 26 de enero, día del nacimiento de Duarte, es festivo, mientras que los natalicios de los otros dos apenas se mencionan. Hay una ley que solo castiga la profanación del nombre, obra o imagen de uno de los próceres. Los demás no cuentan. Que los tres ocupen la misma galería por una ocurrencia del dictador Ulises Hereaux (Lilís) es otra historia. El caso es que con las honras a sus figuras se da prácticamente lo mismo que con las ofensas. Se persiguen según la categoría de quienes la cometan.

 

Es lógico que el caso de El Alfa desatara las más variadas reacciones. Desde los que han tenido que guardar silencio hasta los análisis jurídicos y la protesta de jóvenes que ocuparon la Plaza de la Bandera con escobas, y otros con carteles en los que se preguntaba “¿Ofender la Patria es peor que saquearla?”. En un documento, los jóvenes decían que tomaron simbólicamente el escenario para denunciar que el sistema de justicia “premia con impunidad a un pequeño grupo privilegiado con poder y castiga con barbárica severidad a todos los demás, al punto de llegar a la humillación pública de seres humanos”. “Hay que enjuiciar”, agregan, “a los que han desfalcado el país, robando el fruto del trabajo de los dominicanos, a través de sus impuestos”.

 

El caso de El Alfa ha resultado de lo más interesante, porque ha sacado a relucir múltiples debilidades en torno a la categoría y respeto a los Padres de la Patria. Y ha puesto al propio Estado a rasgarse la vestidura. Duarte cuenta hasta con un instituto para promover y divulgar su pensamiento, en tanto Sánchez y Mella son marginados. Hace tiempo que el doctor Juan Isidro Jimenes Grullón habló del mito de los Padres de la Patria.

El Nacional

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