Deportes

Rectas duras y pegadas

Rectas duras y pegadas

Hay cosas en nuestro deporte que no comprendo por más explicaciones que le busco.

Reflexiono y no hay forma de aceptar ciertos asuntos del ámbito deportivo, que por más simple que se muestre, no le encuentro “ni pies ni cabeza”.

Muchas improvisaciones, teóricos de poca monta con ínfulas de genios, frustrados con aires de intelectuales y complejo de “saberlo todo”, en fin, una conjugación rara de una mayoría con este perfil con pocos preclaros, con criterios firmes, preparados realmente para lidiar con los quehaceres deportivos en sus diversas manifestaciones.

Una de esas incongruencias, de esos disparates que no tengo intención de comprender, es la forma de utilización de los pabellones bajo techo de los clubes en perjuicio muchas veces de su membresía.

¿Cómo puede ser posible que se monte en el bajo techo de un club un campeonato de Badminton?

Pero peor aun, ¿en qué cabeza cabe montar un cuadrilátero en medio de un tabloncillo, que dicho sea de paso cuesta millones de pesos, para una velada de un torneo de boxeo?

Y cuantos inventos les llega a la cabeza a los dirigentes de asociaciones y federaciones, buscan materializarlos en los clubes.

Y usted dirá, ¿Y qué de malo tiene eso?

Explico mi indignación: No tiene lógica alguna que se monte un Ring en un club, rompiéndole su programa habitual de actividades, para la celebración de un torneo de boxeo si esa disciplina tiene el privilegio de poseer una instalación construida exclusivamente para sus actividades.

Este hecho confirma la condición de “elefante blanco” que desde siempre ha tenido el llamado coliseo, utilizado más por congregaciones religiosas y para almacenar de todo que para preparar prospectos y montar veladas con periodicidad que redunden en el desarrollo y surgimiento de nuevos valores.

No se justifica que desarrollen un torneo en un club teniendo una instalación disponible.

Pero insólito es un torneo de badminton, que me obliga a confirmar lo inoperante que sigue siendo el Parque del Este, que a pesar de estar dotado de instalaciones actas para darle cabida a cuantos torneos se monten, sin importar la disciplina, es ignorado por los dirigentes que prefieren acudir a lo más cómodo, lo más fácil, solicitar un bajo techo de un club deportivo.

Y ni hablar de las actividades proselitistas de los partidos políticos, que al solicitar una fecha a un club para una actividad, pone en una situación muy difícil a los dirigentes deportivos porque nadie quiere caer en desgracia.

Es mejor estar con Dios y con el Diablo que pararse “en dos patas” y defender los espacios deportivos de los usurpadores.

El Nacional

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