Deportes

Rectas duras y pegadas

Rectas duras y pegadas

Les pido disculpas a quienes dedican unos minutos de su ocupado tiempo para leer cada semana esta columna, porque debo admitir que estoy cuasi monotemático, pero vale la pena y tiene su razón de ser.

El deber me obliga nuevamente a referirme a la Asociación de Cronista Deportivo de Santo Domingo, la benemérita ACD, que el pasado martes realizó un emotivo acto para premiar a los más destacados comunicadores especializados en deportes del pasado año.

Pero hay que reconocer que una de las actividades más incómodas

y delicadas de realizar en cualquier conglomerado heterogéneo es galardonar, es priorizar, privilegiar, porque todos se sienten con el

derecho de ganar no importa que la realidad les de de frente en la cara, a fin de cuentas, el ego se apodera del ente humano cuando se ve en ese tipo de situación.

Hay que tener presente y estar claro que siempre habrá inconformidad, rabietas, críticas destructivas y ofensas porque la ambición

obnubila sin pensar que la vida sigue tres horas después de terminada

la ceremonia.

El premio Cronista del Año de la ACD  brinda un sabor agridulce y genera un comportamiento digno de estudio; de un año a otro provoca metamorfosis en seres humanos que cuando son galardonados elevan hasta la estratósfera a la institución y cuando, no es que pierden sino que gana otro compañero, cuestionan y llegan al extremo de lanzar dardos cargados de resentimientos y veneno a la benemérita entidad que los agrupa y que además, le toma en cuenta su labor.

Hasta la llegada del colega Ramón Cuello a la presidencia de la ACD no existía una premiación exclusiva para los cronistas, sino que formaba parte de la ceremonia del Atleta del Año y sólo se entregaban cuatro o cinco estatuillas. Pero el gran delito, el peor de los crímenes que cometió

Cuello y aquel Comité Ejecutivo fue darle un mayor carácter y dimensión al reconocimiento de la labor de todo un año desplegada por los cronistas.

Reitero que nunca como hoy la ACD necesita del concurso de sus miembros para seguir fortaleciéndose y preservar el legado de tantos grandes hombres que dieron lo mejor de su talento en favor de la Crónica Deportiva.

La ACD no es un premio ni una fiesta, menos una rifa anual, es mucho más pero que al parecer para algunos lo es, porque no cumplen absolutamente con sus deberes mínimos y exigen un derecho que no se regala, sino que se gana.

El Nacional

La Voz de Todos