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Rectas duras y pegadas

Rectas duras y pegadas

Regularmente en las sociedades como la nuestra, cuando una persona atraviesa por algún tipo de dificultad, se desata un sentimiento de solidaridad y conmiseración, muchos sinceros y otros por hipocresía y mero figureros.

No importa que su accionar en la vida haya tenido mácula e inmoralidades,  todo se borra al momento de llegar la oscuridad, al parecer cuando se cae en desgracia o se muere de forma trágica nadie es malo.

El Caso del querido colega, amigo y ciudadano ejemplar José Oscar Fernández, el Trop, es totalmente diferente a lo antes expuesto. Su impronta tanto en su ejercicio periodístico como en el baloncesto nacional así lo confirma y es su mejor carta de presentación.

Abrazó muy joven la gran responsabilidad de enseñar los fundamentos del baloncesto en San Lázaro, el club de sus amores, destacándose por su dedicación, esmero y sentido paternal en el desempeño de sus funciones.

Como periodista deportivo debe formar parte de una élite considerada completa; narrador, comentarista, redactor, escritor, editor de televisión e historiador.

El programa de televisión Expreso Deportivo, Centrodeportes y su libro Los Doce Magníficos son la mejor carta de presentación de su talento, seriedad y acuciosidad  en su desempeño en la Crónica Deportiva.

Pero su mayor atributo es la de Ser Humano; solidario, hombre de sonrisa fácil y saludo efusivo, colaborador incondicional y desinteresado, con talento innato para cantar y cantar bien.

Le ha tocado a este hombre de excepción atravesar por una situación de salud muy difícil en los últimos tiempos, sometiéndose con el valor y la determinación que posee a un tratamiento de diálisis tres veces por semana debido a una situación renal crónica provocada por la diabetes, que no conforme con eso provocó la amputación de una de sus piernas.

Sin embargo, a pesar de tanta desgracia para una sola persona de buen proceder, José Oscar se erige como un ejemplo de valentía y sin bajar la guardia ni la cabeza, se enfrenta a la desgracia con dignidad y determinación.

Lo que duele y lástima lo más profundo de los cimientos del sentimiento humano es que un hombre que lo ha dado todo sin pedir nada a cambio, no tenga la seguridad económica para seguir luchando, que haya que acudir a la caridad pública para mantener sus tratamientos.

Cuanta injusticia social carajo, una realidad que nos da de frente en el rostro como para justificar que de nada vale un ejercicio digno, profesional, cargado de grandes sacrificios y preparación.

Trop, hermano, Dios está de tu lado, lucha, no desmayes que te necesitamos.

El Nacional

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