El nombre de Albert Pujols está en la palestra en primer plano, y con sobrada razón. El dominicano, considerado el mejor bateador de estos tiempos y los números que ha puesto en sus primeras 11 temporadas con el uniforme de los Cardenales de San Luis así lo confirman, por vez primera atraviesa por el peor momento de su carrera por al pobre bateo.

La presión sobre Pujols es mayor en la medida que avanza la campaña y los fanáticos no ven compensación de su lujoso contrato de 10 años y $250 millones de dólares con su aporte para los Angelinos de Los Ángeles.

El caso es tan preocupante que el entrenador de bateo del conjunto por más de una década, Mickey Hatcher, perdió su empleo y salió a relucir que en medio de este mal momento por el que atraviesa el jugador-franquicia se hizo pública una conversación que molestó al dominicano.

Los vídeos ilustrativos no se han hecho esperar en las transmisiones de los partidos en los que participa Pujols, y muestran claramente que el estelar ha realizado cambios en su mecánica de bateo, y se evidencia que al querer corresponder a las expectativas le ha generado ansiedad en el plato y multiplicado la presión.

Sin embargo, entiendo que es prematuro para exagerar la nota, para apretar el botón del pánico y llegar al tremendismo de poner en dudas la calidad y capacidad del inicialista, porque hay que tomar en cuenta además del gran contrato, que el cambio de liga amerita un proceso de adaptación, partir de cero, de conocer a los lanzadores.

Nadie en su sano juicio puede insinuar si quiera declive permanente en la capacidad ofensiva ni de la cotización de Pujols, si se toma en cuenta que ha participado hasta el momento en 40 partidos de un calendario de 162.

Pujols no es el primero ni será el último súper estrella que atraviese por una situación difícil después de lograr un gran contrato; ahí están los casos de Alex Rodríguez y David Ortiz, quienes tuvieron que superar acoso de la prensa, presión de ejecutivos de equipos y abucheos de fanáticos silenciar criticas a fuerza de batazos.

Es cuestión de tiempo, de turnos agotados, para que las aguas vuelvan al cause acostumbrado y Pujols confirme su condición de mejor bateador del negocio, pero por mucho.