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Rectas duras y pegadas

Rectas duras y pegadas

Para nadie es un secreto, ni se pone en tela de juicio, el gran talento innato que posee el dominicano para jugar  béisbol.

Las Grandes Ligas de Estados Unidos y otras ligas de menor jerarquía han sido testigo de las grandes hazañas que han producido los peloteros dominicanos, que en la materia no son segundos de nadie en estos momentos.

Pero, y siempre aparece ese pero, aportamos como valor agregado aquellas actitudes negativas de habilidades que desarrollamos en el afán de lograr lo que nos proponemos, sin importar la forma ni el precio.

De ahí que el “Tiguere dominicano” sea una figura reconocida y ponderada en grandes y diversos escenarios, por su agilidad de reacción  en la consecución de su objetivo, ya sea lícito o no, porque la cultura del engaño es una de sus herramienta de trabajo.

Por sus cualidades han sido tipificados con diversas denominaciones: Tiguere Bimbín, Tiguere cinturita, tesis del profesor Lipe Collado, Tiguere Gallo, Tiguere bacano, Tiguere con cotorra, en fin, una diversidad propia de un zoológico de la búsqueda de ventaja, la simulación, el engaño y la estafa.-

He preferido buscar la explicación de las constantes suspensiones de los peloteros dominicanos por el uso de sustancias prohibidas en el béisbol en esta hipótesis, porque verdaderamente que no entiendo como seres humanos concientes de que se producen a diario sanciones ejemplarizadoras se empecinen en buscar fórmulas para violar los controles establecidos.

Y lo peor no es eso, sino que una gran parte de la población llega hasta justificar y minimizar esas acciones violatorias de las reglas de dopaje, que busca limpiar el deporte o por lo menos disminuir a su mínima expresión esas malas prácticas tramposas.

No se justifica ni se defiende la infracción de esas normas y menos la reincidencia como ocurre con varios de nuestros representantes en la Gran Carpa.

No me puedo sensibilizar ni hacer causa común, por ejemplo, si se comprueba que Bartolo Colón usó sustancias de la clínica de Biogénesis de Miami y es suspendido para arruinarle su gran desempeño, propio de premio Cy Young, porque sería reincidente y más que lamentarlo me sentiría burlado y engañado por el lanzador.

Lo mismo puedo decir de Alex Rodríguez, quien admitió que en sus inicios sufrió las influencias de peloteros veteranos para usar esteroides y otras controversias, por lo que resulta imperdonable que se compruebe que también era cliente de la mencionada clínica.

 En vez de tratar de justificar esas actitudes negativas, debemos sentir vergüenza.

El Nacional

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