Opinión

Recuerdo de Radhamés

Recuerdo de Radhamés

Quienes éramos sus amigos, ya nos habíamos aferrado de que -en cualquier momento- lo habríamos de perder.

Sin embargo, debo confesar que, la mañana en que el compañero de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Juan -El Químico- Agramonte, me dio la terrible noticia de su deceso, las piernas me temblaron y el ánimo casi me derrumba.

Había llegado el terrible instante que todos sabíamos que haría su arribo, pero que ninguno de nosotros estaba realmente preparado para aceptar su irremediable presencia.

Indiscutiblemente, fue un duro golpe a la sociedad dominicana porque él fue capaz de, peldaño a peldaño, soldar un alto muro de defensa a los más sagrados intereses de la República Dominicana.

Estaba más que convencido de que su accionar en el mundo de la palabra escrita y oral tenía que tener como meta final la preservación de los Derecho Humanos, la dignidad del hombre y el decoro de la Patria.

De igual modo, quienes comenzamos el quehacer periodístico a través de sus enseñanzas, aprendimos lo muy diferente que era teorizar en torno al ejercicio comunicacional en las aulas y el que representaba irse a los hechos reales para ceñirse a la objetividad y hacer únicamente causa común con la verdad, no importando a quiénes beneficiar o perjudicar.

Puedo decir que Radhamés Gómez Pepín me ayudó a terminar mi férreo ideal y ser un combativo exponente de un periodismo justo y marcado por el inmenso deseo de servir a la sociedad.

De él siempre recibí consejos que me sirvieron de auxilio para desarrollar mi aspiración de -además de escribir reportajes- hacer columnas de fácil comprensión.

Asimismo, en el año 1978, a los pocos meses del extinto presidente Antonio Guzmán asumir el gobierno, me dio una lección que jamás olvidaré.

En esa ocasión hubo un militar que -motivado por los sectores más reaccionarios del país- quiso desencadenar acciones conspirativas contra Don Antonio.

A la hora que ocurrió la acometida del militar en Radio Guarachita, Radhamés llamó a Noticiario Popular y nos ordenó que lo pasáramos a recoger para ir a cubrir con nosotros, como un reportero más esos incidentes.
Para mi fue un estímulo y orgullo tener la oportunidad de trabajar junto al director del que era -en ese entonces- uno de los noticiarios más escuchado del país.
Tampoco puedo olvidar importantes consejos y ejemplos de lo que era un buen o mal periodista.
Con él tuve una relación de un nivel excelente y siempre me transmitió la vocación de poner mi trabajo al servicio de las mejores causas, además de que nunca dudó en ofrecerme su sincera amistad, a pesar de lo alto que era su vuelo.

El Nacional

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