Opinión

Reflexión de católicas

Reflexión  de católicas

A propósito del Día de Acción Global por el Aborto Legal y Seguro, el pasado 28 de septiembre, un pequeño grupo de compañeras feministas y católicas, nos reunimos para intercambiar sentimientos y experiencias en la reflexión de la importancia de la conmemoración, frente a la alta tasa de mortalidad materna.

Hay nueve países en el mundo donde se penaliza absolutamente el aborto, siete de ellos latinoamericanos y caribeños, Chile, El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua, Surinam y R. Dominicana. Además, en aquellos países de la región donde la interrupción del embarazo está permitida en algunas circunstancias, “las autoridades no garantizan su acceso de forma segura, gratuita y libre de estigma”. Estableciendo la Organización Mundial de la Salud, OMS, que la mortalidad materna, es tres veces más alta en los países con leyes restrictivas de aborto, como el nuestro, que en el resto de países donde no está penalizado.

En R. Dominicana, las iglesias, en particular la católica, a la que pertenecemos el grupo reunido, mantienen una presión inmoral y anti ética, sobre la clase político partidista dominicana, pretendiendo que la consagración constitucional de la inviolabilidad de la vida desde el momento de la concepción, sea sentencia de muerte para las mujeres. Sin embargo, los mejores constitucionalistas dominicanos, han establecido que los derechos nunca son absolutos y que este principio puede perfectamente coexistir con la despenalización del aborto para ciertos supuestos, como son el peligro de muerte para la mujer, embarazo por violación, por incesto, etc.

Como grupo católico en reflexión, hicimos el ejercicio de pensar en la iglesia que queremos, y en las conclusiones, soñamos con una Iglesia siempre incluyente, amorosa y respetuosa de las diferencias y también, de las libertades de todas las personas, capaz de escuchar a su feligresía de manera acorde con los signos de los tiempos. Una Iglesia que reconozca la autoridad moral y capacidad de decisión de las mujeres y de las personas jóvenes.

Que acepte que hombres y mujeres tenemos igualdad de derechos y fomente con acciones concretas, la no discriminación. Una Iglesia que respete la libertad de conciencia de la feligresía para elegir a sus gobernantes en los procesos electorales y que no presione a políticos y políticas con amenazas y manipulaciones perversas.

Decíamos las reunidas, que queremos una Iglesia que castigue a los culpables del delito de pederastia suspendiéndolos del ministerio sacerdotal, apoyando su sometimiento ante las leyes penales y civiles y reconociendo el daño a las víctimas de los abusos sexuales cometidos.

En fin, pidiendo aplicación del Evangelio, ¡Queremos una iglesia comprometida con la justicia social y los derechos humanos en todos los ámbitos!

El Nacional

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