Opinión

Reflexiones de agosto

Reflexiones de agosto

Camino hacia ninguna parte, antes la vida era un andar a ciegas. Ustedes estaban ahí, a la espera, y sonreían. Toda la juventud era una prisa, abarcadora avidez, y el amor una sed de piel estrujada, y otras suavidades. Euforia sensorial, olor a mango y calabazas horneadas, a helado de vainilla derritiéndose sobre la crujiente torta de manzanas. Picasso y Goya gritando otras realidades y nosotras comentando sobre las técnicas en Guernica y sus combinaciones de blanco, negro y gris. El dolor ajeno una gama de colores neutros. La vida, los girasoles de Van Gogh.

Para cada sensación, para cada avidez, para cada búsqueda un color. Mi madre, el lila. Mi amor, el cegador destello del mamey, Beethoven siempre azul, los azules. Y todos ustedes pasando, un soplo fugaz, cierta imagen en el espejo, atribuida a la miopía de los años, en la universidad, la oficina, la iglesia, o el partido.

Ustedes, cierto frío inesperado, cierto erizamiento de la piel, una inexplicable desazón, en medio de la aparente inmortalidad de esos años. Una irresuelta limitación a destiempo, o a tiempo.

Un sostenido dolor por las ausencias (mamá,papá, tía Olga, abuelo, tío José, tío Danilo, tía Amelia, Frank Almánzar). Un agradecimiento creciente, por todo lo que vive y respira y se manifiesta. Por la mirada que nos atraviesa, mirando más allá, quizás en búsqueda de otra mirada. De un gesto que recuerde, que nos recuerde.

Ataúd andante, somos. Ustedes ya no pasan, son el empujón que avanza, que nos avanza.

Y luego será septiembre y otra vez el camino hacia ninguna parte. Ustedes están ahí, a la espera y ya no sonríen. ¿Bostezan? Parecen decir: te lo dijimos. La avidez, una memoria; el negro, el gris y el blanco los dolores de Santo Domingo. La azucena, una flor que escasea; el amarillo brillante, un color que molesta, vibración energética que choca contra la hipertrofia muscular; el azul, una creciente nostalgia.

Es agosto y ha llovido a cantaros, agua que se confunde con el sudor, aparente libertad de las aceras que se disuelve en la sal del océano. Renacimiento del verde que proclama la tenacidad de la vida vegetal. Enredada, envidio la orientación vertical de las hojas de las enredaderas en mis ventanas. El oxigeno del que disponen y a mi me falta. Son las lágrimas suspendidas del país, que hacen la isla tan húmeda, tan inhabitable para poetas asmáticas.

Es agosto. Pronto será septiembre y estas reflexiones serán apenas un ejercicio de suspendida memoria, recordándome que todos ustedes pasan, en apariencia. El tiempo una invención. La vida apenas un soplo, tránsito del que ustedes ya regresan, cuando apenas nos asomamos, a … septiembre, ¡claro!.

El Nacional

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