Opinión

 Regla Buffett

<P> Regla Buffett</P>

Si los ricos tienen alguna responsabilidad con el déficit fiscal de la economía estadounidense, deben pagarla. En ese sentido no hay vuelta floja. Pero si no la tienen tampoco se les puede penalizar a través de un incremento de la carga tributaria sólo por la condición de millonarios. En ese sentido hay que ser justos. Por supuesto que primero habría que determinar hasta qué punto están los poderosos implicados en los déficits presupuestarios que constituyen hoy uno de los principales dolores de cabeza para los inversionistas. Grecia, España y Portugal son apenas la punta del iceberg de un malestar que es sin duda mucho más dramático. La salida que ha encontrado Obama para encarar la crisis presupuestaria en Estados Unidos es la instauración de la llamada “regla Buffett”, que consiste en elevar desde un 18 hasta un 30 por ciento los impuestos a los millonarios. El potentado Warren Buffett consideró injusto que su secretaria contribuya con una tasa impositiva superior a la suya.  Y todo porque en Estados Unidos las rentas salariales están gravadas con un porcentaje superior al que se aplica a las ganancias de capital. El caso es discutible, porque también ha de reconocerse que esos ricos no sólo han aportado las iniciativas sino el capital para generar empleos y riquezas.  ¿Cuáles serían las consecuencias si los ricos, acosados por las presiones impositivas, comienzan a abandonar proyectos? Por su condición de presidente de la principal potencia mundial la iniciativa de Obama adquiere una dimensión muy particular, habida cuenta de que en cualquier momento puede convertirse en referente de países que han tenido en la corrupción y el derroche la causa de sus déficits fiscales. Los ricos que se han beneficiado del Estado es justo que  paguen su recompensa, pero la condición de millonario, sobre todo a base de trabajo, no puede verse como una suerte de pecado capital.

El Nacional

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