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Reinventando el Génesis

Reinventando  el Génesis

MADRID. (elmundo.es). “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1, 27). El hombre, al que la Biblia sitúa en el centro del universo, siempre ha intentado superar las adversidades. Desde las primeras civilizaciones, hay constancia de diferentes estrategias para hacer frente a múltiples procesos patológicos.  Los papiros egipcios donde se describían recetas y fórmulas mágicas fueron, para la época, lo que ahora son los modernos artículos científicos que publican revistas biomédicas.

La idea que persiguen investigadores y médicos es frenar los trastornos relacionados con el envejecimiento, como el cáncer o la enfermedad cardiovascular, o conseguir repuestos eficientes para reemplazar tejidos dañados. Esa es la finalidad de múltiples estudios de terapia celular y la última iniciativa viene de la mano del cerdo. Varios grupos de investigación están apostando por este animal para que sea la fábrica donde se generen órganos humanos listos para trasplante, pero la propuesta más innovadora, y prometedora, viene del investigador español Juan Carlos Izpisúa.

“Existen más similitudes entre el cerdo y el hombre que entre la rata y el ratón”. Ésta era una de las conclusiones que Alan Archibald, genetista de la Universidad de Edimburgo (Escocia), extraía tras secuenciar el genoma de una especie porcina hace menos de dos años. La anatomía, la fisiología y la genética entre nosotros y el cerdo es muy parecida. De hecho, son muchas las sustancias del organismo porcino que se utilizan con fines médicos, como la insulina, una hormona esencial para los diabéticos.

En los últimos tiempos, y tras conseguir clonar este animal por primera vez en el año 2000, diferentes investigadores han intentado usarlo como un productor de órganos. Un ejemplo es el grupo dirigido por los japoneses Hiromitsu Nakauchi e Hiroshi Nagashima, que recientemente publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences la generación de un páncreas porcino en cerdos clonados. Sin embargo, la técnica de la clonación es cara y difícil de llevar a cabo. Por esto la propuesta de Izpisúa es más prometedora a la hora de poder trasladarla a la práctica clínica.
Desde su laboratorio del Salk Institute en La Jolla, California, ha desarrollado un procedimiento que dará que hablar en los próximos meses.

Gracias a su técnica, ya ha logrado generar órganos en diferentes animales, tal y como expuso recientemente en una conferencia celebrada en Albacete (su provincia natal) dentro del Ciclo de Seminarios de Investigación en Biomedicina 2014, organizado por el Instituto Roche a la que El Mundo asistió.
Estas iniciativas recuerdan a los intentos que desde 1960 se han realizado para desarrollar órganos humanos dentro de animales transgénicos y que se denominan xenotrasplantes. Pero, ¿por qué volver a una idea que parece vieja? La respuesta es que la apuesta de Izpisúa dista mucho de las anteriores porque se basa en técnicas desarrolladas hace pocos meses y en el empleo de células iPS, las ideadas por el Premio Nobel de Medicina, Shinya Yamanaka en 2006, y que son similares a las embrionarias pero en lugar de proceder de un embrión se obtienen, tras una serie de procesos, de la piel o del pelo de un individuo.

La técnica

Resumiendo mucho el proceso, la idea del hasta hace tres meses director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona se apoya en dos técnicas: la edición genómica y la complementación del blastocisto (un embrión en una fase inicial). La primera, mejorada hace un año por el neurocientífico del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) Feng Zhang (considerado por la revista Nature como uno de los 10 investigadores que revolucionó la ciencia en 2013), logra de manera rápida y barata lo que hace años o bien era impensable o imposible económicamente: editar el genoma.
En el trabajo de Izpisúa, esta técnica se usa para modificar el embrión de un animal, por ejemplo el cerdo, para que su ADN no genere un órgano, pongamos el hígado. Lo hace quitándole los genes responsables de ese órgano.

El embrión, que de esta manera sería inviable, se complementa inyectándole otras células. Ese segundo paso se hace con las iPS de otro cerdo (que en un futuro podría ser de una persona), es decir, se toman células de la piel de otro animal y se modifican para regresarlas a un estadio más primitivo. Al insertarlas en el embrión carente de ese órgano, se diferenciarán en aquellas que formarán un hígado. Éste pertenecería, genéticamente hablando, a ese segundo animal o, si se lograra, a la persona que donó las células de su piel, por ejemplo un paciente que necesita un trasplante de hígado.

Según afirmaba el investigador en Albacete, ya han conseguido generar órganos así con animales de la misma especie (entre ratones o entre cerdos) y con especies diferentes, entre rata y ratón. La idea es aprovechar el nicho donde crecen los órganos dentro del cuerpo del animal porque, como explicaba Izpisúa en su conferencia, el principal problema de las células fabricadas en el laboratorio (y, por tanto, de esos órganos) es que aunque parecen idénticas a las del cuerpo humano, no lo son. «Somos un organismo multicelular y las células necesitan hablar con otras, necesitan un entorno adecuado y preciso para diferenciarse de una determinada manera.

Si las hacemos crecer solas en la placa de Petri, quizás no funcionen igual que las naturales», señalaba. Para poder trasladar este experimento al humano, la clave del éxito estará en superar dos retos. Por un lado, hay que identificar todos los genes responsables de la formación de un órgano en un animal, porque si no se logra podría formarse, por ejemplo, un hígado un 80% humano y un 20% porcino.

La otra barrera es evitar el rechazo del órgano criado en un animal aunque de origen humano. Son dos problemas que el equipo de Izpisúa pretende solucionar tras obtener las aprobaciones de los protocolos y permisos necesarios de las autoridades americanas, algo en lo que están envueltos ahora para iniciar su propuesta de desarrollar órganos humanos en cerdos.

El Nacional

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