Opinión

Relaciones con Haití

Relaciones con Haití

Dándole seguimiento al impase presentado  recientemente, cuando el Gobierno haitiano prohibió la entrada a su país de los productos cárnicos, especialmente la carne de pollo y los huevos procedentes de República Dominicana, alegando la supuesta presencia en el país de la internacional gripe aviar. Luego de varias reuniones al más alto nivel entre las autoridades de ambas naciones, y de la demostración por la parte dominicana de que no existe tal enfermedad en el país, las autoridades haitianas mantienen su posición y solo ofrecieron un levantamiento parcial  de dichas restricciones, solo en la parte de los embutidos y la carne de res.

Esta oferta no fue aceptada por nuestro gobierno, por entenderla insuficiente e injustificada. No era de esperar  que algunos sectores de la vida  nacional reaccionaran airados y hasta decepcionados por este trato dispensado de parte del gobierno haitiano hacia un país que ha demostrado en la práctica que es solidario y vital para esa empobrecida nación.

 Como viejo conocedor de las relaciones internacionales y de la política, entendemos que este caso debe de ser tratado con prudencia, moderación y cabeza fría. Siempre hemos abogado porque tengamos un tratado comercial formal con nuestros vecinos, ya que compartimos la misma isla, y nuestros productos pueden competir con gran ventaja en ese gran mercado.

 Contrario a lo que pasa con el DR-CAFTA, que no podemos competir con ese gigante y esto se traduce en mayores importaciones, colocando la balanza comercial con números desfavorables para nosotros. 

En este caso hay de tener presente que nuestro mayor aliado y más afectado  por esta medida es el empobrecido pueblo haitiano, que tiene ahora que pagar mayores precios por estos productos ante la escasez originada por dichas medidas, y que si las mismas existen es debido a intereses anónimos de sectores  económicos y productivos de esa nación.

 Recordemos que nuestros pueblos fronterizos viven de la frontera y de su comercio bilateral, así que pretender cerrar la misma, como han expresado algunos sectores nuestros, sería una sentencia de muerte para nuestros habitantes de esa región, ya que solamente el 4% de su sustento proviene de la producción agrícola y el otro 96% del comercio binacional. 

En fin, propiciemos un acuerdo comercial formal con Haití, con reglas claras, empléemonos a fondo en buscar una salida humana y diplomática, incentivemos la producción agrícola en esa región de productos demandados por Haití, para bajar los costos del transporte a la hora de exportarlos hacia esa parte, y también busquemos otros mercados a estos productos, por ejemplo Venezuela con su Petrocaribe, ya que, si tenemos la capacidad de producirlos, también debemos tener la capacidad de venderlos.

El Nacional

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