Opinión

Renuncia digna

Renuncia digna

Pedro P. Yermenos Forastieri

En un mundo tan patéticamente miserable como el de hoy, donde casi todas las personas degradan sin reparos su humanidad detrás de particulares conveniencias sin importar el precio que haya que pagar, los comportamientos responsables sobresalen, casi como muestras de excepcionalidad que confirman reglas.

Soy un ferviente admirador de conductas que revelan coherencia e integridad, sobre todo cuando asumirlas implica pérdidas de bienestar, reconocimiento o prestancia. Mi reverencia ante esos escasos ejemplos se incrementa cuando los mismos se ejercen frente al poder en cualquiera de sus manifestaciones.

La recién anunciada renuncia a partir del próximo 20 de enero del actual embajador de Estados Unidos ante República Dominicana, la ubico dentro de esas actitudes en las cuales una persona coloca sus decisiones justo al lado, ni más ni menos, de su decoro, produciendo con ello una armonía plena entre sus ideas, sus principios, su proyecto de vida, y su accionar.

Como el país ha podido constatar, el señor James Brewster, es un diplomático que ejerce sus funciones y conduce su vida sin ningún tipo de menoscabo de sus convicciones, en defensa de su opción sexual, de su activa participación por los derechos de quienes comparten sus criterios y en contra de lo que él valora como políticas discriminatorias de minorías.

Ese resumen de sus características como funcionario y como persona, plantea una confrontación irreconciliable con la esencia de quien en la fecha de su renuncia asumirá como primer mandatario de la nación a la que el renunciante representa. Habría que ser un arribista de poca monta y un incoherente consumado para aferrarse a un cargo ante tan incompatibles circunstancias. De ahí que su dimisión tenga una carga simbólica trascendente y envía un mensaje que mucha gente debiera asimilar.

Se podría argumentar que su sustitución era inevitable. Es cierto que eso era lo más probable, pero tal eventualidad no desmerita el hecho de que fuese él que con antelación revelara que no le interesaba continuar trabajando con un superior que a partir de sus posiciones vulnera su dignidad.

En ocasiones sobreestimamos espacios y regímenes y creemos que solo en nuestro país se presentan algunas cosas. No es así. En estos días, la prensa internacional ha recogido los cabildeos llevados a cabo en Estados Unidos para ocupar posiciones relevantes. Nadie dude que, aun sea para guardar las apariencias, alguien con el perfil del embajador, se pueda colar. Motivo adicional para resaltar su renuncia.

El Nacional

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