Integración necesaria
Nunca será suficiente insistir en la necesidad de fortalecer los esfuerzos integracionistas entre los países latinoamericanos y caribeños, cuestión que pasa por la necesaria voluntad política de los gobiernos de la región.
Se ha definido a la integración regional como un esfuerzo o movimiento convergente realizado por los Estados dirigido a la obtención de objetivos comunes mediante la armonización o unificación no sólo de políticas económicas y financieras, así como de regímenes monetarios y de políticas socio-culturales y legislativas.
Pero es obvio que esos acuerdos de integración económica suscritos por los gobiernos deben expresar la agenda comercial, productiva y financiera de los diversos agentes económicos y sociales del país en cuestión, pues si se hace de espalda a los mismos se estarían creando la condiciones para hacer sucumbir la proyección en el tiempo de esas acciones integracionistas.
En efecto, debe quedar muy claro que la ruta de la integración por sí sola no necesariamente lleva a la superación de los tormentos socio-políticos, por lo que se hace necesario tomar muy en cuenta a los productores nacionales, haciendo énfasis en las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) por ser éstas las más expuestas a la competencia externa debido a su limitada dotación científico-técnica, de capitales y de canales de comercialización tanto en el mer cado interno como en el internacional.
Datos suministrados por el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) revelan que las MIPYMES representan entre el 95 y el 99% de las empresas de la región latinoamericana y caribeña, destacándose su importantes aportes en la creación de empleos, producción y participación en las exportaciones nacionales en la medida en que se diseñen políticas públicas para impulsar favorablemente su participación en la generación de los bienes y servicios demandados por los consumidores nacionales y el mercado externo.
Osvaldo Rosales, director de la División de Comercio Internacional e Integración de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), sostiene la necesidad de revisar la concepción que en materia de integración sostienen hacedores de políticas públicas en nuestra región que consiste en considerar la esfera del comercio como el eje central de la complementación económica, dejando de lado la impostergable necesidad de prestar más atención al desarrollo de cadenas productivas.
El alto funcionario cepalino es gráfico al explicar su tesis: “Es como si nosotros hubiéramos pensado que bastaba con el acuerdo de libre comercio para que, de un modo casi automático, este intercambio de bienes y servicios fluyera. Pero para que haya ese intercambio, los países tienen que contar con la base productiva que permita producirlos”.
Pero no se trata de apostar a una integración regional que se enclaustre dentro de su exclusiva realidad económico-política, sino que la misma debe concebirse como un medio para alcanzar mayores niveles de inserción de las economías latinoamericanas y caribeñas dentro de la economía mundial caracterizada en la era de la globalización por la formación de grandes bloques económicos.
