Opinión

Resolviendo la delincuencia

Resolviendo la delincuencia

Cualquier tipo de plan tendente a reducir la violencia y la delincuencia debe ser cauteloso de no levantar excesivamente las expectativas de la población. Cualquier estabilización de los niveles de criminalidad en el mejor de los casos se vería en el mediano plazo, una reducción palpable podría tomar aún mayor tiempo. La falta de resultados palpables de corto plazo afectó hasta liquidar mediáticamente a todos los planes anteriores que se realizaron para combetir ese flagelo, puede que el mejor plan al final termine siendo el que no se anuncie.

 Para reducir la delincuencia se necesita una mejora en muchas condiciones sociales, mayores oportunidades y el incremento de la oferta de empleos de calidad. República Dominicana todavía no luce haber dado el primer paso definitivo en ese sentido, y de hacerlo hoy,  es posible que los resultados no sean notorios sino hasta dentro de más de 10 años.

 El modelo que está de moda actualmente, el brasileño, tomó más de 15 años en materializar lo que hoy se viene observando, y aún allí, a pesar de la abundancia de empleos y mejoras en muchas de las condiciones sociales de su población, la reducción de la criminalidad se puede considerar comparativamente marginal.  La mejoría en la oferta de empleos y sueldos evidentemente no son la solución al problema, aunque talvez sí sean una parte importante de la misma.

 A mediano y corto plazo República Dominicana necesita hacerse notoriamente más atractiva para hacer negocios, atraer inversión extranjera directa, y abrir sus mercados internos para incrementar la participación de capital extranjero que cree nuevos puestos de trabajos y fomenten un mercado laboral más dinámico. Es la forma en que Brasil pudo dar su primer paso para reducir la delincuencia, y necesariamente el paso más importante que primero debemos dar nosotros.

 Luego de esto, se necesitarían acciones más prácticas como desmilitarizar a la Policía Nacional, que solo por la definición de rangos para sus oficiales, incentiva una cultura de corrupción e impunidad. Establecer mecanismos de respuesta rápida a los requerimientos de la ciudadanía, quizás a través del 911 propuesto, para dejar atrás el patrullaje actual que solo sirve para desperdiciar tiempo valioso que los policías podrían invertir en perseguir a verdaderos delincuentes, pero que se pierde en la búsqueda de macuteo deteniendo de manera indiscriminada a ciudadanos. O incluso planes activos para mejorar la calidad de vida dentro de nuestros barrios sea con mejores escuelas, parques o servicios básicos.

 Lo cierto es que en cualquier caso los resultados no serán aparentes sino a largo plazo, algo a lo que los dominicanos culturalmente no estamos acostumbrados. Es por ello que los incentivos políticos siguen siendo pocos para que planes concretos, que impongan soluciones reales, sean implentados, y que a razón de esto siempre se haya optado por la fanfarria y el circo de planes sin ningún objetivo claro de largo plazo. El problema de la delincuencia puede ser resuelto, pero para ello los dominicanos debemos hacer consciencia de que tenemos que resolver primero un problema mayor, nuestra culturalmente enraizada falta de paciencia.

El Nacional

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