Con el agua al cuello como ha estado por los escándalos que lo rodean, para el presidente estadounidense Donald Trump se trata de un gran respiro el acuerdo por 380 mil millones de dólares que suscribió con Arabia Saudita, que incluyen 110 mil millones para armamentos. Tal vez el arreglo no incida en las investigaciones que podrían colocarlo en la cuerda floja, pero representa un rayo de luz en la gira del mandatario por Medio Oriente.
Por supuesto, la reacción de los vecinos que no tienen buenas relaciones con Arabia Saudí está por verse. Las elecciones en Irán, para citar un caso, han sido valoradas con cautela por los saudíes y Trump ha asegurado a Israel que la nación musulmana nunca contará con armas nucleares. Pero para un gobernante que podría ser procesado por el supuesto intercambio de información con Rusia, el acuerdo armamentista tiene su significado.
La poderosa industria bélica se dinamiza, lo que tranquiliza a los sectores más conservadores. O sea, que Trump no retornaría con las manos vacías.
