Opinión

Respuesta reflexiva

Respuesta reflexiva

Un viejo camarada de Santiago, dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM), me escribió unas breves notas a propósito de mi artículo del pasado domingo donde digo que ese partido tiene “un chance” para ganar las elecciones del 2020 si previamente se cohesiona, hace oposición de verdad, no color rosa como hasta ahora y propicia un Frente Amplio que tenga como objetivo principal expulsar al PLD del poder y establecer un gobierno de transición que saque el país del hoyo económico y moral en que se encuentra.

El experimentado dirigente político de Santiago, caballo de mil batallas, me dice: “Me persigue y atormenta este pensamiento que quiero compartir contigo: El PRM es una gran oportunidad política desperdiciada. Su ideología, sus políticas, sus estructuras, sus dirigentes y sus acciones, parecen no tener nada que ver con lo que sucede en este país, ni con los intereses patrióticos redentores”.
Y termina: “Es sólo algo que he querido dejar salir a ver qué pasa”. Ojalá.

Hace cerca de un mes un viejo y querido periodista, preocupado por lo que ocurre en el ámbito político me sugirió que insistiera en la necesidad de la unidad en el PRM y la creación de un Frente Opositor. “A lo mejor a ti te hacen más caso que a mí”.

A juzgar por las últimas resoluciones adoptadas en las reuniones de la Comisión Política y otros órganos de dirección del PRM parece que de algo han servido los cuestionamientos de diversos “libres pensadores” que sin ánimo destructivo emiten sus opiniones críticas en torno a las acciones de los llamados partidos opositores.

Pero el PRM debe pasar de las palabras a los hechos; tiene que demostrar, como dice mi amigo de Santiago, que no es “una gran oportunidad desperdiciada”, dándose una identidad ideológica que lo distinga y separe del resto, una estructura orgánica con dirigentes capaces, trabajadores y honestos.

En estos momentos el PRM se encuentra dividido en dos grandes grupos: Uno lo encabeza el ex presidente Hipólito Mejía y el segundo el ex candidato presidencial Luis Abinader. Solo una convención libre, donde las bases decidan, sin coerción ni fraude, cuál de los dos debe ser el candidato presidencial, podrá decidirlo. Mientras más rápido, mejor.

La gente de Luis debe saber que necesitará de los compañeros de Hipólito. Y viceversa. Una guerra entre ambos grupos no deja beneficios. Todos pertenecen al mismo partido y se supone que quieren llegar al poder. Hipólito es adversario de Luis, no su enemigo. Del mismo modo Luis adversa al ex presidente Mejía, pero coyunturalmente. Tan pronto se escoja el candidato, de manera democrática, las contradicciones cesan dándole paso a la unidad y al trabajo por la conquista del poder.

El Nacional

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