Opinión

Ricardo Lagos

Ricardo Lagos

En razón de mis funciones como secretario general del PRD,  tuve la honra de compartir con el ex presidente de Chile Ricardo Lagos, durante su reciente visita, invitado por el Instituto de Formación Política Doctor. José Francisco Peña Gómez.

Las casi ocho horas que tuve el privilegio de escucharle en distintos  foros valen más que el mejor curso de ciencias políticas. Es que la experiencia que acumula la vivencia de haber ejercido la presidencia de un país como Chile, y salir de ese ejercicio con la mejor tasa de aprobación de todos los presidentes de la democracia moderna de esa nación, no se encuentra todos los días.

Lo primero que resalta es la humildad, característica que, por lo que pude escucharle, ha estado siempre en él. Esta virtud me la demostró con dos hechos que narró: Uno, cuando no pudo cumplir su promesa de campaña de crear 200,000 puestos de trabajo en el primer año de gobierno, se dirigió al país para explicar las razones. Pocas veces, he visto a un Presidente dirigirse a su pueblo para eso.

El otro hecho que narró fue cuando, después de haber dejado la presidencia de Chile, y estando en el primer lugar de las encuestas para ser candidato en el 2010, decidió dar paso a otra figura, en momentos en que la Concertación Democrática cumple 20 años de gobiernos sucesivos. Fue humilde.

La segunda característica es su responsabilidad. Escucharle cómo tomó la decisión de no enviar tropas chilenas a Irak, porque la guerra era al margen de las  Naciones Unidas, y luego cómo, cuando casi seis meses después, por mandato de Naciones Unidas, mandó tropas de Chile a Haití, es un episodio que permanecerá imborrable en mi memoria. Respetó la multilateralidad.

El tercer elemento que reúne Lagos es su visión global y local. Su descripción de la crisis y su advertencia de que “las economías pueden estar blindadas, hasta que llega el tsunami” es una clara premonición de que todavía no hemos enfrentado lo peor. De ahí es que plantea un nuevo orden mundial para enfrentar con responsabilidad los retos y desafíos que tiene el mundo por delante, tales como el cambio climático, la regulación financiera, el mercado, y los más importante, el respeto por las normas jurídicas aprobadas por la comunidad de naciones. Desde el punto de vista local, apunta que quien debe estar en el epicentro de las políticas es la gente. Ojalá que muchos pudieran escucharle y entenderle.

Haber compartido con Lagos fue una cátedra. Como Ministro de Educación que fue en 1990, sabe cómo se educa. Lagos evidenció que es un político, pero  en mayúsculas, de aquella estirpe rara, diferente y excepcional. Una vez más, mi admiración a Chile y a su gente, por cultivar y producir hombres y mujeres de este talante democrático.

(ACLARACIÓN: Sobre su promesa de crear empleos, dijo que, aún cuando no pudo cumplir su promesa, al final de su mandato de seis años (2000-2006), había creado  800,000 puestos de trabajo en Chile).

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